POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se acerca la Semana Santa y bueno es que, siguiendo la norma de nuestras «Historias…», recordemos aquellas costumbres, hoy perdidas, que en cierto modo dejaron huella de vivencia en nuestros años juveniles.
Recordaremos hoy el rezo o canto del OFICIO DE TINIEBLAS (Officium tenebrarum) que la Iglesia celebraba en memoria de la Pasión y Muerte de Jesús.
Este rezo, con tradición desde el siglo V, se hacía durante la tarde de uno de estos tres días: Miércoles Santo, Jueves Santo o Viernes Santo y su ceremonial era muy sencillo pero un tanto, digámoslo así, «espectacular» y hasta «tragicómico».
El templo tenía apagadas todas sus luces a excepción de un candelabro (el «tenebrario») triangular con 15 velas encendidas en recuerdo de 11 Apóstoles (Judas, no), 3 Marías (Magdalena, Salomé y Cleofás) y la del vértice superior dedicada a la Virgen María Madre de Jesús.
Las imágenes existentes en la iglesia estaban cubiertas con un paño morado y el sacerdote, a medida que finalizaba el rezo de cada salmo u oración, ordenaba apagar una vela hasta la número 14. La de la Virgen permanecía encendida oculta detrás del altar.
Y en este punto final, señalado por el canto del Salmo 50 de David («el Miserere»), es cuando se «armaba la mari-morena».
La chiquillería, bien provista de ronquielles (carracas), matraques (matracas), varas de avellano y de salgar… empezábamos a aporrear el suelo, los bancos,..lo que estuviera a mano , para rememorar el estruendo que tuvo lugar a la muerte de Jesús y , también, como «castigo remoto» a quienes propiciaron su Pasión y Muerte.- A esto lo llamábamos «MATAR A LOS JUDÍOS».
Como decían los textos latinos: «finita oratione, sit fragor et strepitus aliquantulum».
Y así nos lo contaba en 1921 el poeta extremeño Luis Chamizo:
«… ¡Chachos!, qué jolgorio hay en las Tinieblas
en cuanti las últimas candelas s´apagan.
Yo di matracazos
con la mi matraca
y arrimé silbíos
que naide arrimaba.
Y no era yo solo; que tos los muchachos
jacían lo mesmo metiendo bullanga
porque mus dijera la señá Colasa
que hay que meter bulla
pa que los diablillos del Santo se salgan,
porque tienen toavía la querencia
de hacer perrerías con la gente santa
y atizá zurriagazos al Cristo
que en aquellos tiempos le Crucificaran.»
Después del Concilio Vaticano II dejó de rezarse el Oficio de Tinieblas.
Yo , en Colunga, traslado mis recuerdos a la época de don Francisco y en San Juan a la de don Valentín en los años anteriores al Concilio Vaticano II.