POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

La Semana Santa, hoy disculpa turística para visitar ciudades, contemplar procesiones o hacer viajes al Caribe o a Benidorm (pongamos por caso), encierra un gran cúmulo de tradiciones que, por perdidas y casi olvidadas, merece la pena recordar.

Evidentemente, mis recuerdos se concretan en Colunga y su concejo que es la zona donde viví mi niñez.-Los iré desgranando día a día.

Hablemos, pues, de ROQUIELLES y MATRAQUES, instrumentos de percusión de la familia de los idiófonos, utilizados en el intervalo que va desde el final de la misa «In coena Domini» (Jueves Santo) hasta que se termina la lectura del «Pregón Pascual» el día de Sábado Santo.

La ronquiella, llamada en castellano «carraca» consiste en un instrumento de madera, hueco en su parte central donde lleva una o varias lengüetas elásticas, que gira alrededor de un eje provisto de una rueda dentada que, al girar, hace vibrar a la lengüeta produciendo un sonido seco, ronco (de ahí el nombre) y desagradable , tipo raca-raca-raca-raca-raca… (de ahí el nombre de carraca).

La matraca, que algunos estudiosos identifican con la ronquiella, es también un instrumento de madera constituido por una base plana, rectangular, que en su parte central lleva dos soportes donde puede girar un eje provisto de un vástago terminado en una maza.

Al producir manualmente un movimiento de vaivén a la base, gira el vástago con su maza golpeándola y generando un ruido, también seco y desagradable, tipo «traca-traca-traca-traca-traca…».

De ahí el nombre.

¿Por qué el uso de estos instrumentos en esos días indicados?

La Iglesia entendía que los sonidos metálicos de campanas y campanillas denotan alegría; de ahí que debieran sustituirse por esos sonidos graves y tristes que dan «ronquielles y matraques» para, en gesto de tristeza, recordar la Pasión y Muerte de Jesús.