ROSQUILLA, ALFILADA Y ENFILADA
Mar 29 2015

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Hoy es Domingo de Ramos y, como decíamos en una colaboración anterior, los «ahijados» deben visitar a sus padrinos para obsequiarles con el ramín de laurel florido y romero, engalanado con algún regalín de dulcería (galletas, pequeñas rosquillas de anís, caramelos, etc.).

Es el aviso para que el próximo Domingo de Pascua de Resurrección los padrinos, siempre más obsequiosos, devuelvan nuevo regalo más crecido y abundoso.

Bueno, a decir verdad, «lo de regalo crecido y abundoso» se da en estos tiempos de modernidad en los que los clásicos «bollos de Pascua» son sustituidos por huevos de chocolate o por múltiples «arquitecturas» y «esculturas», también de chocolate, representativas del «momento actual».

Futbolistas como Messi o Ronaldo, insignias-escudos de equipos de fútbol (Sporting, Oviedo, Madrid, Barcelona…), dibujos animados de la TV (ej.: Los Simpson)… están presentes en todos los escaparates y mostradores de confiterías.

No sé, pero me temo que hasta Belén Esteban, prestigiosa escritora y ganadora de múltiples concursos, protagonice la dulcería Pascual de este año.

Como decimos por Colunga: ¡Pa en viéndolo!

Y antes, ¿qué se hacía antes?

Pues como «perra había poca», cada cual tenía que arreglarse «con lo de casa».

No es que fuera tacañería ni afán de ahorro; era, sencillamente, escasez.

Lo que ahora se dice «falta de liquidez”.

No hay que dudarlo: en esto de la perífrasis (que no es ninguna enfermedad del riñón) los españoles somos unos grandes genios.

Por tierras del occidente astur el regalo pascual de los padrinos a sus ahijados consistía en la llamada ROSQUILLA, ALFILADA O ENFILADA.

Es este un «pan dulce», muy esponjoso y con forma de trenza alargada, cuya elaboración, aparentemente sencilla, tiene su truquillo de habilidad y experiencia.

Intentaremos una explicación:

Se baten muy bien unos 10-12 huevos (depende del tamaño) con 1/2 kg de azúcar, 1/2 kg de mantequilla (muy fresca y casi líquida), un poco de sal y un vaso de anís dulce. Lentamente, y amasando de continuo, se añade harina de trigo y un trocín de levadura de panadería («formientu») hasta conseguir una masa suave, fina y fácilmente moldeable.

Reposa, cubierta con un paño, en lugar templado durante unas 6-8 horas.

Se divide en tres partes formando unas tiras relativamente gruesas, que se trenzan.

Finalmente hornea a unos 180º C hasta que la alfilada presente un tentador color dorado.

NOTA

Si se desea puede adornarse con algunas frutas escarchadas y «barnizarla» con gelatina de manzana para lograr más brillo.

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