POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Llevamos una larga temporada totalmente arrastrados por la alarmante crecida del choriceo desatado en el movimiento de las cajas. Y es que las cajas, estén llenas o vacías, meten mucho ruido cuando se las mueve y se anda con ellas. Y si están llenas de nueces el ruido despierta tentaciones de todo tipo.
Qué diría el bueno de nuestro genial paisano don Luis Chaves Arias que recorrió toda España y estudió media Europa para traer a estas tierras nuestras ancladas tres siglos atrás, cuando comenzaba el pasado siglo veinte.
Aquel hombre que fue capaz de marcar un hito histórico y despertar pueblo a pueblo deseos de progreso, de seguridad, de modernización. Lo consiguió dejando hondas huellas y ricos recuerdos que todavía se conservan como testimonios vivos de aquel lejano pasado. Basta repasar San Marcial, Cubillos o Coreses para comprobarlo. Aquí, en nuestra tierra, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca fue la primera en asentarse. Tardaría más de medio siglo en aparecer la que llevaría nuestro nombre. Pero si tardó en nacer su llegada tampoco fue nada fácil, y las intrigas provincianas y las frases más o menos afortunadas se dejaron oír, aunque su significado y justificación no se aclararían hasta el final. Cuando este final llega, como suele ocurrir, de las sombras y nieblas que no permiten ver con la claridad necesaria surgen situaciones críticas, a veces difíciles. Cuántas veces las lágrimas cierran esos oscuros circuitos.
Nada queda de nuestra Caja, algún nombre medio olvidado. Al ver cada día la placa que nos recuerda a aquel generoso genio, señor Chaves Arias, nos dejamos arrastrar por los recuerdo, para poder sobrellevar el vergonzoso espectáculo que a nivel nacional han llegado las instituciones más nobles dignas, útiles y oportunas en los dos últimos siglos de nuestra historia contemporánea, como han sido las cajas de ahorro.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/