POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El viernes toqué un ahuehuete en Soto de Luiña, en la finca de un praviano necesario, Paco F. Casielles. El historiador Banzes y Valdés dividía el concejo de Pravia en cuatro cuartos: de la Meruca, para los pescadores de anzuelo; de los Valles, donde entra la capital; de las Otedas, la parte más alta, los oteros, y de las Luiñas, las lejanías. En las lejanías, pues, vi el ahuehuete (“árbol viejo de agua”), Taxodium mucronatum, sabino, ciprés de Moctezuma, árbol nacional de México, donde Hernán Cortés (mi héroe, en contra del relato antiespañol de los ingleses, que hoy compran los revisionistas vergonzantes y paletos), a falta de un sauce llorón, derramó sus lágrimas tras la derrota ante los mexicas en la Noche Triste. Existe un ahuehuete en El Retiro de Madrid, plantado en 1630, y los hay que duran más de dos mil años. ¿Que si hay ahuehuetes en el Campo de San Francisco? Sabinos sí; al menos uno de bronce, plantado en 1997.
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