POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Sabores y olores que vienen y llegan, que traspasan y transcienden. Olores a ropa recién planchada, a jabón Maderas de Oriente entre la ropa guardada en el cajón del ropero. Olor a esparto, a especias, a café y a pan recién hecho. Olor a carbonilla del tren que corría que se las pelaba. A carburo, a cuero en la guarnicionería y a chacina en la despensa. Olor a vino de la taberna. Olor de azahar una mañana de primavera. Olor a sudor y trabajo. Olores a la esencia hermosa en el olor de los pasillos de la memoria. También los sonidos esculpieron el remanso de aquellos años que ahora parecen traspasar la melancolía. Suena a cepillo de limpiabotas, a máquina de escribir antigua, a maquinaria de reloj que repara su cuerda el relojero. A coplas con voz de pasión y sentimiento desde la radio, a sonido de los golpes de la matraca la tarde del Viernes Santo. Y a sonidos que pregonaban memoria, corazón y garganta del hambre por entonces instalada.
(La fotografía está tomada del Grupo de Facebook “Historia del Ferrocarril en Extremadura”, grupo al que pertenezco; y del que uno de sus administradores es José Ignacio Albalá Sánchez).