POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Que tengamos en Oviedo el burdel sadomasoquista mejor del septentrión no es para sacar pecho; su excelencia en la atrocidad se les fue de las manos y tocó los cataplines de la Brigada de Extranjería y Fronteras de la Policía, de las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales y de la Brigada Contra la Trata de Humanos. Un camino tan espinoso como placentero, suponemos, para esta promotora del vicio, azote de la virtud, perita en suplicios, intolerancia, despotismo, exceso y ruina del prójimo. Máscaras de hierro, látigos, cruces de San Andrés, tacones de aguja, potros de agujeros negros y correas, espejos enfrentados que elevan la pupa ad infinitum… Y lo más grave, mujeres contratadas como asistentas del hogar, que sometían y obligaban a ejercer de esclavas sexuales para terceros. Detuvieron a los reyes del dolor, pero anda suelta la inercia del mal.
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