POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Lo que son las casualidades de la vida. Estaba yo ayer por la noche haciendo dos cosas a la vez: viendo en la RTPA la serie PUEBLOS DE ASTURIAS, tan simpáticamente dirigida y presentada por mi «sobrina» (que no lo es) SONIA FIDALGO, y releyendo por enésima vez el Catecismo del Padre Astete, S-J. en edición anterior a la famosa y triste guerra de 1936.
Y justo cuando estaba en eso del «Tercer Mandamiento» oigo a una paisanina de Castropol contar cómo, hace de este muchísimos años, el párroco del pueblo la castigó -a ella y a sus compañeras- con una multa de 25 pesetas porque las vio trabajando un domingo.
¡Caray!, me dije.
Si eso o parecido ya me lo contaba mi suegro que lo hacía el párroco de La Riera, en Colunga, cuando se aprovechaban los domingos para «ir a pañar manzana», «ir a coyer maiz», «ir a la herba»… porque «las cosas de la tierra» tienen sus días y hay que aprovecharlos.
¡Multar por trabajar cuando se necesita!
Absurdo, pero cierto.
Fui al Catecismo, que encontré mucho más tolerante que los clérigos.
¿Quién santifica las fiestas?
El que oye Misa entera y no trabaja sin necesidad, en ellas.
¿Y cómo peca el que trabaja sin necesidad en las fiestas?
Mortalmente, si trabaja más de dos horas, y si menos de ellas, venialmente, por lo regular.
No había, pues, pecado, ni mortal ni venial porque el trabajo se hacía POR NECESIDAD.
Quien sí pecaba de abuso de autoridad era el señor cura.
Estamos en «días de pañada de manzana»; de la gran cosechona de manzana.
Vamos a soportarlo, para paliar dolores de espalda, con un sencillo plato de SALMÓN A LA PUMARADA.
Es muy fácil.
Se salpimentan unas rodajas de salmón (más bien gruesas), se pasan por harina y fríen, vuelta y vuelta, en aceite. Se disponen en una cacerola.
Se «pelan» unos langostinos de tamaño mediano y las colas fríen en el aceite de fritura del salmón. Se sacan y reservan.
En ese aceite doran las cabezas de los langostinos, se aplastan con un tenedor y, añadiendo, agua, dan un hervor.
Con ese caldo se bañan las rodajas de salmón. Dan unos hervores, se suman los langostinos. Se emplatan adornando con gajos de manzana roja.
Un vino albariño DA OCA complementa este plato tan sencillo, tan sabroso y económicamente asequible.