POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
Entre los actos del centenario de nuestra Real Academia de Historia y Arte de San Quirce y del ochenta aniversario de la muerte del que fuera su académico fundador Antonio Machado, ayer tuvimos la oportunidad de reunirnos en Segovia en una conmemoración festiva y muy entrañable en torno al olmo que podemos considerar nieto de aquel «olmo viejo» soriano al que cantara el poeta al observar en él el «milagro de la primavera». Son ya cinco los años en que se le ve crecer con salud y robustez en un rincón umbrío del Jardín de los Poetas, y esperemos que siga así hasta convertirse en olma sin que le visite la bicha de cuyo nombre no quiero acordarme y que tanto daño hizo en esta especie arbórea tan noble y carismática en todos los pueblos de Castilla.
Después, y dado que estamos en el tiempo, hemos procedido a vendimiar las dos parras (una de blanco y otra de tinto) que decoran y dan empaque y sabor al patio de la casa que fuera pensión y hoy museo del citado Antonio Machado.
Junto a los académicos Rafael Cantalejo San Frutos, Carlos Muñoz de Pablos, Juan Luis García Hourcade, Carlos Arnanz Ruiz, Pablo Zamarrón Yuste, Enrique Gallego Lázaro o Alonso Zamora Canellada, entre otros, hemos de agradecer la presencia de Claudia de Santos en representación del Ayuntamiento como concejala de Turismo, y Verónica Fernández, responsable del Área de Calidad y Producto.
Para cerrar el acto, un vinito de Ribera de Duero de la marca Murón de Severino Sanz, de Montejo de la Vega de la Serrezuela, con la etiqueta del ilustre poeta.
Son de esos momentos de la vida para recordar.