POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
A falta de las tradicionales hogueras propias de la noche de San Juan, el sol quiso despedirse ayer simulando una que representara a todas ellas. Y a fe que lo consiguió pues durante todo el ocaso parecía un ascua incandescente.
Esperemos que el carácter simbólico del fuego como agente purificador surta su efecto y se lleve todo eso que nos daña y perturba en estos tiempos de pandemias víricas y de (definámoslo así) desencuentros humanos.