POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
El 16 de agosto la iglesia católica celebra la festividad de San Roque, peregrino francés del siglo XIV canonizado en el XVI. Se le considera patrón de los peregrinos, de los enfermeros y cirujanos, y de los contagiados por epidemias (especialmente la peste y el cólera), patronazgo en este caso que adquiere especial significación este año por la cruel pandemia que nos azota.
En FUENTEPIÑEL se le celebra con especial veneración, ofreciéndole novenas (como la de la imagen de 2017), y a él se le dedicó en su día una ermita que se conserva en muy buen estado y anexo a la cual se construyó en 1834 el campo santo o cementerio. Es de una sola nave y por lo inestable del terreno donde se halla enclavada, ha sufrido múltiples restauraciones que han modificado la que debió de ser su estructura original. Por ello no podemos saber con certeza el año de su erección, si bien ya se la hacían donaciones testamentarias en 1632. Aunque contaba con bienes y caudal propios, eran administrados por la parroquia. No obstante, tenía su propio libro de cuentas y un mayordomo que la asistía y llevaba dichas cuentas.
Su economía no debía de ser muy boyante pues no eran pocas las deudas que tenían contraídas con ella los mayordomos que se iban sucediendo. Estas deudas iban aumentando año tras año y eran de muy difícil cobro, a pesar de que en las sucesivas visitas del Sr. Obispo al libro, decretaba que todos los morosos abonaran su deuda, como sucede en la de 1785, cuando exige «que se les apremie por embargo y venta de bienes valiéndose del auxilio de la justicia real…». Pero son años en los que la pobreza está muy arraigada y de nada sirven las amenazas para poder cobrar, por lo que incluso se suspenden las cuentas en el libro destinado al efecto por no tener de qué hacerlas más que de las deudas.
Por los libros de cuentas de fábrica de la parroquia nos consta que en 1755 «está bien reparada», al igual que en 1757, si bien «tiene necesidad de lucirse». En 1796 se gastan 184 reales en retejarla , pero en 1829 se halla de nuevo «bastante estropeada», siendo retejada, blanqueada y cambiadas las puertas en 1831 por 250 reales, lo que no es óbice para que en 1833 se gasten otros 775 «en adornar la ermita, retablo, pabellones, mesas, santos, frisos, bancos, asientos y rejas» . Y es que desde 1796 las cuentas se llevan con mayor formalidad y se cobran las rentas, con lo que aumenta la liquidez. En 1842 se hace cargo de las cuentas el Gobierno Eclesiástico, pasando el caudal existente a engrosar el de la fábrica de la iglesia, del que formará parte en el futuro.
Las reformas continúan en la segunda mitad del siglo, y así en 1854 la reteja Bernardo Lobo, de Olombrada, por 489 reales. A finales, de nuevo se encuentra en muy mal estado «siendo reedificada en su mayor parte a devoción del pueblo en el año 1892», y renovado su altar. Fue bendecida el 13 de agosto de 1893 . En 1924 de nuevo se ha de abrir una suscripción popular por no haber fondos suficientes en el Ayuntamiento para repararla. Pero el Consistorio sí se hace cargo de su restauración en los primeros meses de 1984 ya que, según consta, es propiedad del municipio y amenazaba ruina al fallar una de las esquinas.
Tiene planta rectangular de 12’50 metros de largo por 7’10 de ancho, y paredes de 4 de alto.
A él nos acogemos en estos tiempos que nos ha tocado vivir con esta cruel pandemia tan virulenta y le rogamos que nos proteja hasta que podamos superarla.
¡Buen día!