Este fin de semana pasado tocaba embotellar el vino blanco, que ya ha pasado por el debido proceso de fermentación y ha permanecido el tiempo justo al sereno soportando los rigores y las bajas temperaturas de estas últimas semanas, facilitando así su aclarado y el que se decantaran y posaran en el fondo de la cisterna las partículas en suspensión. Si a ello le añadimos dos buenos manipuladores del producto, un buen filtrado y un buen embotellado, el resultado final tiene garantías de éxito.

No busquéis marchamos ni etiquetas ni preguntéis por él en las grandes superficies. Es para consumo interno, y os puedo asegurar que ya encontraremos algo para maridarle y acompañarle como se merece mientras damos buena cuenta de él. Aunque sea guardando la distancia de seguridad y con el quita y pon de las mascarillas. Que hay que ser prudentes y moderados. Y, por supuesto, los allegados que se dejen caer por aquí están invitados a catarlo.

Y al tinto, que no tardará en ser trasegado, ya le llegará también su momento.

¡Buen día!

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