POR JUAN CÚELLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
El 2 de febrero la Iglesia Católica celebra la fiesta de las Candelas, en la que se conmemora la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén.
Aunque ya no se celebra en FUENTEPIÑEL, en su día en esta fiesta se sucedían los actos religiosos y los profanos. Los religiosos se iniciaban con la presentación ante el altar mayor por parte de las mayordomas (encargadas anualmente de alumbrar los altares de la Virgen y del Santo Cristo de la Paz) de la cera que iban a emplear durante todo el año. Una vez bendecida por el sacerdote tenía lugar la procesión de la Virgen, bellamente ataviada por las camareras, portando una vela y un Niño Jesús en sus manos. En las andas, junto a la Virgen, se colocaba una cestilla con un par de pichones. Se decía que si la vela aguantaba toda la procesión encendida y entraba alumbrando en la iglesia sería un buen año para el campo; de lo contrario no lo sería tanto. Durante la misa, en el ofertorio, se acercaba a la Virgen con las andas al altar mayor, y, en conmemoración de la presentación que María hizo del Niño Jesús en el templo cuarenta días después de su nacimiento, la camarera mayor ofrecía el Niño y los pichones, que eran bendecidos por el sacerdote.
Los actos profanos los protagonizaban los “quintos” del año, quienes bajaban a las eras o al prado a “Correr el gallo”. Los gallos acababan sirviendo de merienda, y el día terminaba con un animado baile, que era pagado por ellos.
¡¡¡Felicidades, sobrino Carlos!!!
¡Buen día!