POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
Después de varios días de celebraciones festivas y de asueto (y algún que otro pequeño exceso lógico en honor a nuestro San Nicolasillo), el cuerpo y el pueblo vuelve a su estado natural de calma y sosiego. Y de paz. Por unos días FUENTEPIÑEL ha estado un poco más vivo, con casas abiertas y luces a través de ventanas habitualmente cerradas. Con la vuelta a la normalidad muchas de ellas se cierran de nuevo por un tiempo.
Unas hasta Navidad; otras hasta la celebración de Santa Brígida, a finales de enero; otras hasta Semana Santa; y, felizmente, las menos hasta el buen tiempo o hasta el verano. Año tras año, de pueblo en pueblo, en unos más y en otros menos, la historia se repite. Afortunadamente podemos hacerla, vivirla y contarla.