POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA).
La silueta de la isla de San Miguel de las Azores es alargada, como la sombra del ciprés de Delibes. Su aeropuerto, que está en Punta Delgada y lleva el nombre del recordado papa Juan Pablo II como agradecimiento por su visita al archipiélago, es como de juguete comparado con el de Barajas, en Madrid, que lleva el nombre del recordado presidente del Gobierno Adolfo Suárez en deferencia por su labor durante la Transición.
Punta Delgada es la capital de San Miguel en sustitución de Villafranca del Campo, que fue destruida por las coladas de lava cuando la erupción volcánica de 1630, y en ella, con sus sesenta y tantos mil habitantes, se cobija casi la mitad de la población de la isla.
De su rico patrimonio artístico, con bellas construcciones de los siglos XVII al XIX, destacan las iglesias de San Pedro, de San Sebastián y de San José; el convento de Clarisas, de la Esperanza, con su Ecce Homo; la sólida fortificación abaluartada de San Blas, hoy museo militar; y la Puerta de la Ciudad. Un recorrido por las calles en blanco y negro de su centro histórico resulta muy recomendable.
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