POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
El 22 de noviembre la Iglesia Católica celebra la festividad de Santa Cecilia de Roma, uno de cuyos patronazgos es el de la Música, razón por la cual a veces se la representa tocando un órgano. Es por ello por lo que vuelvo a traer, un año más, a estos Saludos el órgano barroco de la iglesia de FUENTEPIÑEL, que permanece en silencio desde que falleció Tomás San Felipe Sanz, nuestro último sacristán y organista, un 26 de agosto de 1973, si bien en esta ocasión le acompaño de su «compañero» de la iglesia de Fuentesaúco de Fuentidueña, que se encuentra en un estado muy similar.
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, este noble instrumento fuentepiñelano procede del extinto convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, que fue una víctima más de la Desamortización de Mendizábal de 1835, y cuyas ruinas reclaman una urgente consolidación en la margen izquierda del río Duratón en término de Sebúlcor. Tras su incautación por el Estado, el órgano fue comprado por nuestra parroquia en 1842 a la sección de Bienes Nacionales, evitando así su más que probable destrucción y desaparición como sucedió con otros muchos de sus elementos patrimoniales. De ello da fe el expediente de compraventa que se conserva en nuestro archivo parroquial
Tras ser instalado en nuestra iglesia y convenientemente restaurado, ejerció su ministerio acompañando a los servicios religiosos durante más de un siglo.
A raíz de una restauración efectuada en el templo en 1995, al órgano se le desprendió del fuelle que le alimentaba de aire, y desde entonces éste permanece en la sacristía deteriorándose, como el órgano y el convento del que procedía, y, como ellos, a la espera también de una urgente restauración, imposible de abordar por la frágil economía de nuestra iglesia y de nuestro ayuntamiento.
Algo similar ocurre también con el órgano de la iglesia de Fuentesaúco de Fuentidueña, comprado a la iglesia de Santa María de la Cuesta, de Cuéllar, en 1841, a la que parece ser que llegó también procedente de algún convento o monasterio de la comarca, quizás también desamortizado. Este instrumento se encuentra en silencio igualmente desde hace varias décadas, y su lamentable estado también se vio agravado a raíz de unas obras llevadas a cabo en el interior del templo a finales del siglo XX.
Y como siempre digo, consciente de que “no corren buenos tiempos para la lírica”, uno no deja de soñar con que llegue el día en el que alguna institución, pública o privada, o ambas al unísono, se hagan cargo de la oportuna y más que necesaria restauración de ambos órganos barrocos. Mientras tanto, como hiciera Juan el Bautista en el desierto de Judea, seguiremos predicando a ver si alguien se hace eco de nuestras palabras algún día en alguna parte.
Edito el Saludo para recordar a Pablo Milanés, fallecido precisamente hoy, Día de la Música. DEP y que la tierra te sea leve.
¡Buen día!