POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
Hoy tocaba recorrer la parte norte de la Isla Bonita, la más abrupta y quizás la más salvaje y menos conocida. El ascenso hacia el mirador de El Time, sobre TAZACORTE, y desde el que se divisa todo el valle de Aridane, resulta por momentos algo inquietante pues los porcentajes son realmente altos con su caída de 600 metros casi vertical desde la pequeña pasarela. Lástima que el día haya estado con una canícula que impedía en buena parte la visibilidad de la Villa, del Puerto, de las plataneras y de la zona de Cumbre Vieja, donde reventó el 19 de septiembre de 2021 el joven volcán bautizado Tajogaite.
Entre Tijarafe y Puntagorda se pueden apreciar bien los efectos del terrible incendio que arrasó hace unas semanas un buen número de hectáreas de pino canario. Afortunadamente, por sus características esta especie de pino se suele recuperar con bastante rapidez.
Evitamos (por haber estado ya en él en varias ocasiones) el largo y pesado ascenso hasta el Roque de los Muchachos, con sus archiconocidos observatorios, y sus espectaculares vistas sobre la Caldera de Taburiente.
La Charca Azul, junto a San Andrés y Los Sauces, es un punto bien conocido por su belleza y por resultar muy oportuna para darse un buen chapuzón en días tan sofocantes como el de hoy.
Las plataneras están en plena producción, con los racimos pletóricos de fruto, y en cualquier punto se puede tropezar uno con los típicos lagartos, también una especie endémica de la isla, al igual que los dragos, algunos de ellos, dicen, milenarios.