POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
El 17 de diciembre la Iglesia Católica celebra la festividad de San Juan de Sacramenia (o de Pan y Agua), un ermitaño (dicen que procedente de Villacastín) que vivía en oración mediado el siglo XII por los parajes en los que se construyó el actual monasterio de San Bernardo de Sacramenia. Se le llamaba así por su vida austera y su parca alimentación a base de pan y agua.
Cuenta la tradición que acompañó al rey Alfonso VII cuando visitó la zona con Bertrand, el abad del monasterio francés de Scala Dei, para comprobar in situ que se trataba de un enclave ideal al estar resguardado de los fríos vientos del norte por los montes cercanos y regado por el actual arroyo Sacramenia y por las numerosas fuentes que brotaban por doquier, constituyendo un espacio muy fértil con abundante vegetación y muy buena tierra de labor; es lo que San Bernardo concebía como «granja cisterciense». Aquí los monjes podrían muy bien cumplir con su cometido de entrega a la oración y al trabajo, orientado sobre todo a la agricultura de autosuficiencia.
Tras su fallecimiento, tan sorprendentes fueron los prodigios obrados sobre su tumba, que el templo -titulado de Santa María, como todos los del Císter-, pasaría a llamarse también de Santa María y San Juan de Sacramenia. Como santo, su imagen y sus reliquias, que están en el presbiterio, fueron veneradas desde tiempo inmemorial con gran devoción por los comarcanos y sobre todo la víspera de la Ascensión, cuando concurrían allí cuatro procesiones de los lugares de Sacramenia, Pecharromán, Valtiendas y Cuevas de Provanco, siendo invocado también en ocasiones en demanda de lluvias y buenas cosechas. Se dice también que fue propuesto como candidato para patrón de la diócesis segoviana.