POR LUIS MIGUEL MONTES ARBOLEYA, CRONISTA DE BIMENES (OVIEDO)
Salvadora Carmen Rodríguez Vigón nace en Custuverniz y muere en Oviedo. Este año se cumple el sesenta aniversario de su fallecimiento. Pertenecía a una conocida familia yerbata, los Catanes, comprometida con los ideales republicanos y con una gran pasión por la cultura.
Sus padres se llamaban Manuel Rodríguez Rodríguez, capataz de minas y natural de Valdesoto, y Josefa Vigón Llamedo, de Custuverniz. Salvadora Carmen Rodríguez Vigón, nace el 14 de marzo de 1864 en esta aldea de la parroquia de Santu Medero y es bautizada al día siguiente en la iglesia parroquial de Piñera por el cura José Castaño Ordóñez.
Hay pocas noticias de su infancia y juventud. Sabemos que recibió el sacramento de la confirmación (20-7-1874), en la iglesia de San Julián, por parte de Benito Sanz, obispo de Oviedo.
Sus familiares de Oviedo nos dicen que estudió en el colegio Santo Ángel de Gijón. Fue en estos años cuando comenzó a forjarse una marcada personalidad que la acompañaría a lo largo de su vida, pues nos hablan de una mujer de armas tomar, con mucho carácter, decidida, inconformista, y además «era mandona, le gustaba gobernar», nos apuntan.
En su biografía vemos que pasó dos veces por la vicaría. La primera con José, de la familia de les Coques de Viñái, a los 24 años, en contra de la voluntad de su padre, y la segunda, a los 30 años con Vicente, de Piñera.
Ambas bodas se celebraron en Piñera. Del primer matrimonio nació Aurora, y del segundo María Luisa, Graciano, Marina, Alicia, José María, Cecilio y Vicente. José, su primer marido, tras un misterioso embarque en el puerto de Gijón rumbo a Veracruz (México), falleció en esta ciudad en circunstancias sin clarificar.
El matrimonio con Vicente que sí contó con el parabién de la familia, fue estable hasta que terminó trágicamente. Primero vivieron en Piñera en una casa de corredor conocida hoy como la casa de María Poldo, luego se trasladan a Sotrondio donde su casa es saqueada dos veces: en 1934 y en 1936. Salvadora queda viuda por segunda vez, en el verano del 36, al ser asesinado Vicente. Su cuerpo fue arrojado al río Piloña.
Como anécdota, recordar que este año también se cumplen 125 años de aquel viaje que ella y su padre hicieron, a caballo, desde Custuverniz hasta Oviedo, para asistir a la inauguración del teatro Campoamor.
La casa de Custuverniz, ahora en ruinas, fue un lugar de acogida de forasteros que dio lugar a historias y leyendas que aún se conservan en la memoria popular. En ella había una interesante biblioteca, algo inusual en aquella época.
Salvadora se aficionó a leer libros y a memorizar muchas poesías, sobre todo de Ramón de Campoamor, cuyos poemas recitaba a cada instante. Como nos recuerdan sus familiares, se decía de ella que era tal su avidez por la lectura que «gastaba una vela diaria». Entre carlistas e isabelinos, ella siempre respondía, de manera tajante: «Yo, republicana».
Salvadora vivió los últimos años de su vida en Sama de Langreo con su hija Marina, pero un día estando de visita en Oviedo, en casa de su hija María Luisa, de la conocida Casa Viena, falleció de bronconeumonía, el 23 de octubre de 1957, a los 93 años.
(En el próximo capítulo pondremos el acento en el aspecto puramente masón).
Diario “La Nueva España” . Día 2 de enero de 2018.