POR ANTONIO BOTÍAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Es posible que a estas alturas de la mañana, si el buen lector no ha madrugado, ya conozca si la procesión de Jesús, esa que llena de belleza e historia el Viernes Santo, ha salido o no a la calle. Pero ayer el tiempo no presagiaba nada bueno. Con un 90% de probabilidad de lluvia, la mayoría de los miles de penitentes, mayordomos y estantes que conforman esta procesión aguardaban lo peor mientras en la calle contigua al Museo Salzillo se preparaban, bajo plásticos, las andas de los espléndidos tronos que atesora esta institución.
No es desconocida esta tesitura para los mayordomos de Jesús. En 2002, y después de 32 años, la procesión de Jesús no salió a la calle. Y lo mismo sucedió en 2004, cuando las nubes que surcaban los cielos en la víspera de Viernes Santo, como después contarían quienes no lograron dormir en toda la noche, presagiaban la tragedia.
Como ayer. Entonces se concluyó que era una barbaridad portar los pesados tronos de Jesús por una maraña de calles resbaladizas tras varios días de intensa lluvia. El entonces presidente, Rafael Cebrián, decidió la suspensión y, en la iglesia privativa, se celebró una emotiva ceremonia, alzando cada paso entre notas de burlas y mientras pocos lograban contener las lágrimas. La procesión se invirtió. Así, en lugar de teñir de Pasión la ciudad, fueron los habitantes de esta quienes acudieron en masa a rendir tributo a la institución cofrade. Alrededor de cinco mil personas desfilaron por la iglesia de Jesús para admirar las tallas. Y ni la lluvia deshizo la fila hasta entrada la mañana.
Y otros tres cortejos
La noche del Viernes Santo lleva el nombre de Misericordia, Servitas y Sepulcro. Tres cofradías acercarán de nuevo la Pasión de Cristo a las calles, en desfiles de gran belleza y cuajados de tallas de singular valor.
El primer cortejo de la tarde partirá desde San Bartolomé. En ella se podrá admirar al Ángel Servita, San Gabriel, atribuido a Vicente Hernández Couquet (1858). Detrás, la María Santísima de las Angustias, talla de Francisco Salzillo (1739) y una de las más bellas de su producción. Luce trono restaurado. Desfilan con túnicas negras y detalles de azul.
La segunda de la tarde sale también desde la parroquia de San Bartolomé, donde se formará el cortejo, de negro, de la Cofradía del Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo, conocida como procesión del Santo Entierro. Se trata del histórico desfile oficial de la ciudad, con representación del Cabildo de Cofradías, el Ayuntamiento de Murcia y otras instituciones oficiales. Entre sus pasos, se encuentra el Cristo de Santa Clara la Real, de Francisco Salzillo (1770), la Virgen de la Amargura, de González Moreno (1946), el Santo Sepulcro (1941) y San Juan Evangelista (1952), ambos del mismo autor, y la Santísima Virgen de La Soledad, un anónimo del siglo XVII.
Y, desde la iglesia de San Antolín, arrancará la última procesión del Viernes Santo. Sus imágenes son Jesús Nazareno, de Roque López (1797), el Santísimo Cristo de la Misericordia, de Domingo Beltrán (siglo XVI), el Sagrado Descendimiento, de José Hernández Navarro (2001), y Nuestra Señora Madre de la Misericordia, de Sánchez Lozano (1922). Sus túnicas son negras y el capuz magenta.
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