POR JOSE ANTONIO AGÚNDEZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES (CÁCERES).
Decían los mayores que «De San Antón (hoy, 17 de enero) a los Mártires (el 20), no salgas de casa aunque de pan no te hartes», previniéndonos que coinciden estos los días con los de mayor rigor del invierno, por lo que quedarse en casita, al calor brasero y bien abrigaditos, es la mejor opción para pasar las inclemencias del tiempo.
Este año a vuelto ha suceder y es que hace un frío que pela, un frío del carajo, lo cual no ha impedido a un buen ramillete de valientes malpartideños y, sobre todo, devotas y valientes malpartideñas a abandonar la comodidad del hogar y dirigirse un año más a su ermita para celebrar la festividad de San Antón. San Antonio «el viejo», el «del guarrino», al que mis convecinos guardan gran fervor y afecto pues no obstante fue patrón querido de muchas generaciones de sus antepasados que laboraban con el ganado y la tierra. Seguramente muchos no sepan que en el pasado, todos los años el día de su fiesta, se disponía a la entrada de la ermita un ‘Ramo’ donde sus seguidores colgaban ofrendas propias de la época, normalmente productos de la chacina de la reciente matanza -lomos, buches, chorizos, tocino…-, además de otras viandas como quesos y panes.
Hubo años en que ganaderos pudientes o en gratitud por alguna gracia concedida por el santo, también le donaron lechones, cabras y borregos, incluso algún añojo o fanegas de trigo como las tres que ofreció en 1688 el noble D. Alonso Pereiro y Ribera. Con estos presentes no fue raro que la propia Cofradía hubiera de pagar a un pastor que cuidara de su propio rebaño, como así se recoge en sus cuentas. Una vez el ‘Ramo’ cargado de estos suculentos frutos, completado con muchas docenas de roscas que el mayordomo sumaba, se iniciaba una subasta para allegar recursos a la Cofradía, cuyo importe se destinaba a ensalzar los cultos del santo, mantener su ermita, atender a los enfermos, -pagándose una cuota al hospital de San Antonio de Salamanca-, decir misas por los hermanos difuntos y distribuir raciones de pan entre los pobres. La costumbre de pujar por el Ramo, que se conserva hoy en poblaciones cercanas, debió perderse en Malpartida en el siglo XIX, pues nadie la recuerda ya. Sin embargo, seguimos adquiriendo el pan bendecido del poderoso San Antón, continuamos llevando a nuestras mascotas para que las cuide y guarde como su protector, y felicitamos a las Antonias y Antonios que lo tienen como el santo de su onomástica. Felicidades a todos ellos, ah, y a los mayordomos que lo sirven y adornan con tanto esmero. Una última cosa: San Antón daba antiguamente el pistoletazo de salida para las fiestas de las carnestolendas, por tanto, ¡¡¡¡estamos en carnaval!!!
P.D. La fotografía antigua de la procesión es de 1952 y debemos su cortesía al Fondo de la Revista La Paz y a Isabel Mogollón «la Aldana». Gracias.