POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
San Bernardo es el patrón de Casas de Belvís (aunque sus vecinos prefieren denominarla como Casas de San Bernardo…), donde llevan desde el sábado celebrándolo; pero, como es natural, los actos religiosos tienen lugar hoy.
Antes de comenzar, reflexionemos acerca del topónimo Casas de…
. De acuerdo con la Etimología (ciencia que estudia el origen y la evolución de las palabras), ese vocablo («Casas de») significaba “conjunto de viviendas –caserío o alquería– que dependían de otra localidad (a la que estaba adscrita jurisdiccionalmente, que es el caso que estamos tratando) o de cierta persona” (que poseía la potestad sobre ese lugar, como «Casas de Don Antonio»). En otros sitios se utilizan los términos «Casar» o «Casal», que significa lo mismo o algo parecido (por ejemplo, «Casar de Cáceres»).
. Según lo que acabamos de ver, en el ejemplo que estamos viendo, desde sus orígenes se usó oficialmente la primera acepción: «Casas de Belvís», ya que era un anexo municipal del mismo.
Como es lógico, nosotros no entramos en esas discusiones localistas, ya que la misión de un historiador es otra. Así, de todas estas formas consta en los documentos antiguos: Casas de Belvís, o «barrio de Las Casas», o «extramuros de Belvís», o «barrio extramuros» o «Casas su arrabal» o, simplemente, Las Casas.
Surgió como una alquería más en el siglo XIV o principios del XV, por familias de Belvís (para evitar el traslado cada día a trabajar en esas buenas tierras), como consta en un escrito de 1790 (sobre la «Carta Puebla»): «porque fundan otros 13 vecinos, en la cortedad de un tiro de bala de la aldea a la villa, siendo así que dista como media legua»… Algo muy habitual en aquella época entre los lugares de señorío (como el de los Monroy de Belvís, a quienes interesaba).
Una vez que se establecen los nuevos moradores, gradualmente van llegando más (a finales del siglo XV y principios del XVI): sobre todo trashumantes de la Mesta (por sus excelentes pastos arriba), repobladores castellanos atraídos por el Señor (a los que concede facilidades) que cultivan en los fértiles suelos de abajo (ya cultivados por los romanos), etc. De tal modo que, al aumentar su población, resultaba necesaria la práctica de un culto comunitario.
Hasta ese momento, tenían que desplazarse cada domingo, fiesta de guardar o para celebraciones religiosas varias (bautizos, bodas, comuniones, funerales, etc.) a la iglesia de Santiago de Belvís; pero, como es lógico, ello acarreaba múltiples molestias, pérdida de tiempo y económica, etc. Por lo que, teniendo en cuentas todos esos parámetros, y como hacen otras localidades de la comarca en ese contexto histórico, construyen una iglesia que dedicarán a San Bernardo:
Construcción sencilla y de pequeñas proporciones (algo muy común en las alquerías), pero sólida artística en ciertos elementos (como la portada).
¿Y, quién era San Bernardo?, se preguntarán algunos.
Pues fue un famoso monje francés (siglo XII), hijo de familia noble, que ingresó en la orden del Císter, siendo nombrado abad del conocido monasterio del Claraval (de donde procede el sobrenombre con que era conocido, Bernardo del Claraval).
Famoso por su austero ideal monástico, por tener una fe mística inconmovible en Dios, elocuencia, santidad e influencia en los asuntos prácticos de su tiempo (asesor de papas y Concilios). Fundó 163 conventos en distintas partes de Europa… y ejerció un gran influjo sobre la espiritualidad medieval. Pío VIII le honró con el título de Doctor de la Iglesia, celebrándose su fiesta el 20 de agosto.
Desconocemos los motivos que llevaron a dedicar este templo a tal santo pero, recurriendo a un método que solemos utilizar a menudo los historiadores, la deducción, es muy posible que se debiera a la influencia o mecenazgo de don Francisco de Toledo y Figueroa, hermano del 3º Conde de Oropesa (Fernando, dueño ya de la jurisdicción de estas tierras, tras su matrimonio con Beatriz de Monroy y Ayala, 8ª Señora de Belvís) y Virrey del Perú.
Don Francisco, antes de embarcar para América, recorrió Europa con Carlos V. Donde adquirió una gran devoción por San Bernardo, muy admirado entonces por aquellos lares. Movido por esa fe, financia la construcción de un gran templo en Oropesa dedicado a ese santo, San Bernardo. Esa iglesia, de estilo herreriano (edificada entre 1604 y 1666, según proyecto de Francisco de Mora y su sobrino Juan Gómez de Mora), ha sido restaurada magníficamente en los últimos años, tras permanecer otros muchos en ruinas (pero con los muros de sillería intactos).
Y, curiosamente, el templo de Las Casas se construyó en esa misma época (finales del siglo XVI o principios del XVII… Más claro, el agua… De donde intuyo que la iglesia fue edificada a expensas de don Francisco (como la de Oropesa), ya que Las Casas pertenecían entonces a su hermano Fernando –como decía– y después a su sobrino Juan (4º Conde de Oropesa); propagando así la devoción que sentía por San Bernardo, ya que era muy usual que el pueblo siguiera los cánones religiosos de sus superiores.
¡Ah! Don Francisco también mandó edificar su palacio en Oropesa, junto al castillo de su hermano Fernando, Parador de Turismo desde 1930.
Para finalizar, en el siglo pasado intentan independizarse de Belvís (sobre todo durante la 2ª República, con el apoyo del ministro José Giral, dueño de “La Jarilla), cambiando su primitivo y actual nombre oficial por el de Casas de San Bernardo…