POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Estando en Santiago de Compostela he leído y escuchado noticias sobre el centenario que se ha empezado a celebrar, tan importante como sorprendente, el VIII Centenario de la venida de San Francisco a Santiago de Compostela. Esta peregrinación se enmarca dentro del fervor colectivo siguiente a la victoria de Las Navas, que había sido declarada como Cruzada de Occidente contra la amenaza Almohade. Y Francisco, que perseguía anunciar el evangelio a los pueblos musulmanes, incluso sufriendo martirio, quiso viajar al Marruecos de Miramamolín, como ya se había manifestado meses antes en que se frustró su intento de embarcar hacia Siria y como realizaría años después en que viajaría con esos mismos propósitos a Egipto.
Un viaje verosímil a España que es rastreado con varios signos en muy diversos lugares. Verán, resulta que numerosas ciudades de esta tierra nuestra están plagadas de tradiciones antiguas que han llegado hasta nuestros días, con más o menos fuerza, tradiciones sobre la venida a España de San Francisco de Asís en peregrinación a la tumba de Santiago, a su paso hacia Marruecos, donde quería predicar, pero los acontecimientos en el norte de África en esos momentos impidieron ese viaje.
Resulta que numerosos lugares con fundaciones tempranas de conventos franciscanos, algunos muy alejados de toda posible ruta, y tradiciones muy enraizadas aseguran que fueron fundaciones del propio San Francisco, “il Poverello”, que en estas fechas de celebración centenaria se retoman esas antiguas tradiciones para enarbolar la bandera franciscana de la mano de su fundador.
Uno de los aspectos de aquel viaje es el itinerario seguido por el santo peregrino, y esto tiene mucho que ver con las ciudades por las que pasó y en las que fundó. Si entró por el norte y por tierra para seguir el camino de Santiago francés, el tradicional e histórico. Si entró por mar desde Génova, en barco hasta Barcelona. Si lo hizo también por mar a alguno de los puertos del sureste, Cartagena, Alicante o Valencia, y subiera por este itinerario o camino del sureste, el que justo pasa por nuestra ciudad. O que entrara por un lado y regresara por el otro. Muchas incógnitas y muchas ciudades para un viaje que debió de producirse entre 1213-1214, fechas marcadas por dos noticias conocidas que le sitúan en Italia: en la Pascua de 1213 recibe la donación del Monte Alvernia, y en noviembre de 1215 en que asiste al IV Concilio de Letrán
Una de todas esas ciudades que mantienen la tradición del paso de San Francisco y de la fundación de un convento, es Arévalo, en la ruta jacobea del sureste. No son muchos los datos que tenemos de la fundación de aquel antiguo convento observante en el lugar que después será conocido como “campo santo” arevalense, por la agrupación de casas de religión devotísimas e importantes en la historia de la ciudad.
Primero un eremitorio, seguramente aquel punto que sería conocido después en un sitio del propio convento, la capilla que se fundó sobre la celda del Santo, en la que se pudo siglos después la imagen de San Francisco que hoy está en la parroquia de Santo domingo de Silos, atribuida a Gregorio Fernández. Otro lugar franciscano por excelencia, es una capillita-eremitorio soterrada, a modo de una cueva, que hoy se encuentra medio escondida y camuflada en los jardines de las casas que ocupan parte de los edificios del antiguo convento, tras la desamortización. Un lugar lleno de simbolismo que ahí está, medio olvidada y que sería un lugar sagrado, y nunca mejor dicho, para preservarle cuando estos terrenos sean construidos, que ese es su fin, antes o después.
Un tema apasionante que no acaba más que empezar y tiene mucha historia que contar, un tema que está abierto y del que pronto les contaré más cosas.