POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

San Isidro Labrador, llamado así porque esa fue su profesión y actividad en tiempos del siglo XII, esposo de Santa maría de la Cabeza, es santo protector de agricultores y ganaderos y patrono de Madrid.

Como es lógico, al ser España una nación eminentemente agrícola, ese patronazgo abarca todo el Estado y su fiesta bien puede considerarse como «nacional».

Cuenta la historia -yo creo que se trata más bien de una «leyenda urbana», que así se dice ahora- que este santo, mientras rezaba a la sombra de un árbol, un ángel guiaba a la yunta de bueyes para arar las tierras.

No me gusta el ejemplo porque yo, fiel seguidor del «Ora et Labora» monacal, eso de «rezar descansando y que el cielo trabaje» lo encuentro poco edificante.

Más aún. Por Colunga, si un carro va muy cargado y ha de subir una cuesta, lo que exige un mayor esfuerzo a los animales de tiro, es preciso ayudarles empujando.

No vale solicitar ayuda divina.

Por eso apunta el refranero: «¡Pa con Dios y la mano al carru!».

San Isidro, por lo que cuentan, «pa con Dios» sí que estaba; pero «la mano al carru»… no parece que la llevara.

En fin, cosas de la milagrería.

En Madrid celebran a San isidro con fiestas, romerías y verbenas populares, donde abundan ofertas de torrijas, empanadas, ensaladas y, por sobre todo, la famosas rosquillas (tontas y listas) que hiciera célebres, ya a mediados del siglo XIX, la Tía Javiera; una señora de Villarejo de Salvanés a quien conoció, así nos consta, el padre de don Jacinto Benavente, a la sazón médico de Villarejo.

En Sahagún (León) le hacen fiesta a San isidro con gran «pompa y esplendor».

Recuerdo cómo a «las autoridades» (alcalde y concejales, notario, médico, teniente de la Guardia Civil, jueces, director del Colegio de E. Media… etc.) nos iban a buscar a casa con la orquesta para llevarnos a los locales de la Hermandad de Labradores y Ganaderos; nos invitaban a un «tentempié» y luego, misa y sermón.

Era don Julio Corral presidente de esa Hermandad.

Y, ya a la tarde, romería en El Plantío, a la vera del río Cea, con merienda, tortillas, empanadas, y LIMONADA.

En Sahagún hacían realidad el sentir de la copla madrileña:

«A San Isidro he ido
y he merendao;
más de cuatro quisieran
lo que ha sobrao.
Ha sobrao gigote
y empanadillas;
un capón, cuatro huevos,
y tres tortillas.»

Y de Sahagún a Luces (o Lluces, como quieran llamarlo) que es localidad en la parroquia de Lastres (o Llastres), en el concejo de Colunga. Lugar, más agrícola que marinero, que tiene en San Isidro a su patrono.

Este año de 2016, no sé si por influencia de la copla madrileña, organizan un certamen, concurso de empanadas y tortillas que, a no dudar, será un éxito de participación y de público.

Yo, desde esta página, les invitaría a que rescataran para Luces la tradición sahagunera de la LIMONADA, a la que también llaman ZURRA (en Toledo y Ciudad Real) y ZURRACAPOTE por tierras riojanas y vasconavarras.

Así prepararemos media cántara (8 litros) ¡Qué menos!, ¿verdad?

En una cazo grande y hondo, al fuego, ponemos 1,250 litros de agua y 1 kg de azúcar; removiendo bien hasta que se forme un almíbar a modo de jarabe. Se lleva a una «cántara» (en realidad, media) de 8 litros de capacidad.

Aparte, en otro cazo, cuecen en medio litro de agua unos palos de canela y , con el agua ya templada, se añade el zumo de 2 o 3 limones.

Se lleva ala cántara.

Inmediatamente se llena el recipiente con un buen vino tinto y, tapado, reposa en sitio muy fresco durante un mínimo de 2 días. Conviene remover de vez en cuando para facilitar la disolución de los ingredientes y, de paso, «probar» para añadir o no más canela, azúcar o limón.

Por La Rioja se ofrece esta limonada o zurracapote en PORRÓN; artilugio antaño muy «llastrín» y actualmente casi perdido. A ver si San Isidro, en Lluces, nos ayuda a recuperarlo.