POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
En el pasado, frente a las epidemias, plagas y calamidades se recurría a la intercesión de santos y patronos celestiales. Muchos oficios y actividades también los tenían, y solían contar con ermitas y cofradías.
Los más destacados eran los Catorce Santos Auxiliadores surgidos durante la peste del siglo XIV; pero había muchos más, como San Fabián, San Sebastián, San Roque o San Gil, abogados contra la peste; San Gregorio Ostiense, contra las plagas de langosta; Santa Bárbara, de las tormentas; San Antón, de los animales; San Blas, de las enfermedades de garganta. San José y San Alejo, de la buena muerte; San Cosme y San Damián, de médicos y boticarios. O Santa Catalina de Siena y Santa Águeda, de las enfermeras. En Badajoz tenían ermita San Roque, San Cristóbal, San Atón, San Lázaro o las Vírgenes de Consolación y Bótoa, pero no San Fabián, San Sebastián o San Gregorio, titulares de las desgracias más recurrentes.
Hoy la epidemia que nos azota ha hecho aparecer nuevos patronos, abogados y santos benefactores, a los que la gente confía su esperanza en estos momentos de zozobra.
Entre los Santos Auxiliadores de la coyuntura presente destaca San Itario Bendito, en las numerosas advocaciones de todas las especialidades de la Sanidad, desde la enfermera, el auxiliar y el celador, hasta el más sofisticado especialista que cada día se juega la vida en los centros hospitalarios atendiendo a los enfermos con los escasos medios disponibles, siempre con la mejor cara. Y junto ellos, Santa Ume de la Omnipresencia, San Ejército de España, Santa Guardia Civil y Santa Policía, siempre cerca; los Santos Médicos de la Consolación; San Boticario del Buen Consejo; Santa Cajera del Supermercado; San Camionero del Abastecimiento; Santa Sixta de la Carrera; los santos Frutero, Panadero y Quiosquero; San Perro del Pretexto, Santa Talega de la Compra, Santa Cacerola del Desahogo, que tantos berrinches desfoga evitando apoplejías; y Santa Prensa y Santa Radio Independientes, que nos libran del virus televisivo, el bulo institucional y la mentira oficial.
Y con rango de héroes, los meritorios Anónimo de la Limpieza; Repartidor del Periódico; Pizzero; Chino del Telefonillo; Damas de los Comedores; Cáritas Parroquiales; Banco de Alimentos; Mascarilleros ad líbitum; Voluntarios Multifunción, y muchos más.
La petición de ayuda a los santos abogados y patronos elevada al cielo mediante procesiones, rogativas, sacrificios y ofrendas, se completaba con exorcismos y ejercicios de penitencia que, en expiación por los pecados que motivaban los castigos, se practicaban como catarsis de purificación para alejar las desgracias.
Como los responsables de la gestión de la epidemia que ahora nos asola y su incompetencia, manipulación informativa, censura de la libertad de expresión, secuestro domiciliario y demás limitaciones sobre lo que ocurre, son sabidos por todos, que cada cual haga los ejercicios de catarsis y repulsa con la cacerola, contra quien estime conveniente, desde la ventana de su casa.
Fuente: https://www.hoy.es/