POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
La inauguración oficial del aeropuerto de San Javier se celebró el 21 de agosto de 1967. Fue, bien mirado, una apertura a medias. Porque solo se abrían las pistas durante todo el día desde el 15 de julio al 15 de septiembre, del 22 de diciembre al 8 de enero y durante la Semana Santa. El resto del año sería operativo de dos de la tarde a siete de la mañana.
Las obras del edificio, que hoy nos resulta ridículo y entonces también, costaron dos millones de pesetas, que pagaron a escote los Ayuntamientos de Murcia, Cartagena, Torre Pacheco, La Unión, San Javier y San Pedro del Pinatar. A ellos se sumaron la Diputación, la Cámara de Comercio de Murcia, entre otros pagadores como promotores y hosteleros del litoral.
La apertura civil del aeródromo, en realidad, fue anterior. El 7 de septiembre de 1964 publicaba el semanario ‘Hoja del Lunes’ una información donde se anunciaba que «se pedirá, naturalmente, de los altos poderes del Aire, la prórroga de la apertura al tráfico civil de la Base Aérea de San Javier para los fines de semana, fiestas de Navidad y de Semana Santa, a pesar de que el movimiento de aviones durante el mes y medio largo de vigencia de la orden ministerial ha sido prácticamente nulo».
Las estadísticas que se conservan de 1967 prueban que, desde el 15 de marzo al 10 de agosto, llegaron a Murcia a través del aeropuerto un total de 942 pasajeros y abandonaron la Región 863. Las primeras compañías que operaron fueron la norteamericana Capitol Airways, la sueca Transaiur Sweden y la británica British Eagle. De ellas, la última era la que realizaba vuelos periódicos desde Londres cada quince días.
La inauguración fue presidida por el jefe del Estado Mayor de la Región Aérea del Levante, Ángel Seibané Cajide, quien conocía bien la Región pues su anterior cargo estaba en la escuela Méndez Parada, en Alcantarilla. Por eso afirmó que en su día formó parte de la junta nombrada para la cesión de terrenos con destino al proyectado aeropuerto Juan de la Cierva, «pero razones políticas, geográficas, meteorológicas y técnicas aconsejaron finalmente desistir de un anhelo común a los murcianos y elegir El Altet como enclave del gran aeropuerto internacional que necesitaba el Sureste español».
El aeropuerto de El Altet, por cierto y en contra de lo que afirmaron ayer desde Aena, fue el que sí se inauguró el 17 de mayo de 1967. El diario ‘La Verdad’ publicó la noticia el día 21, recordando que la infraestructura había costado 300 millones de pesetas -frente a los dos de San Javier- y podía ordenar «el tráfico simultáneo de 10 aviones».
La intervención de Seibané en San Javier concluyó con un ruego a la concurrencia: «De ustedes depende que este aeródromo militar abierto al tráfico civil […] constituya un acierto en el futuro». Así acababa la puesta de largo de un aeropuerto que, según la prensa de la época, se denominaba de La Ribera. Pero, un año más tarde, retornaron los titulares triunfalistas a los diarios locales. En esta ocasión, porque quedó «inaugurado el aeropuerto Murcia-Mar Menor». Se trataba del mismo, si bien la noticia era que comenzaban los vuelos regulares entre Murcia y Madrid, Barcelona y Almería. Y lo hicieron, precisamente, el Día de Todos los Santos, el primero de noviembre.
Desde Juan de la Cierva
El gobernador civil de la época, Alfonso Izarra Rodríguez, aprovechó la ocasión para recordar que, ya desde el año 1963, Murcia reclamaba un aeropuerto. Era una verdad a medias. De hecho, en 1935, en un encuentro de la Cámara de Comercio con el célebre inventor Juan de la Cierva se gestó la propuesta para ubicar un aeropuerto en el municipio. El proyecto generó la ilusión y el apoyo de las autoridades y la Cámara adquirió terrenos en Sangonera para llevar a cabo las obras. El inicio en 1936 de la Guerra Civil frenó el proyecto.
Pese a ello, cierto era que en 1962 se propuso la idea a las autoridades del Aire. Y en 1963 se insistió durante la convocatoria de la llamada Asamblea de Turismo. Al final, tras la realización de diversas obras en 1967 se abrió al tráfico aéreo civil aquel año, aunque solo para vuelos ‘charter’. Claro que pronto resultó evidente la dificultad para poner de acuerdo a las ochenta o noventa personas necesarias para fletarlos. Así que se siguió luchando por establecer líneas regulares que en 1968 se hicieron realidad. Se ofrecía un vuelo diario a Madrid y a Barcelona, y dos a Almería.
Fuente: http://sanjavier.laverdad.es/