POR FULGENCIO SAURA MIRA, CRONISTA OFICIAL DE ALCANTARILLA Y FORTUNA (MURCIA)
Tiempo del Adviento, que es de esperanza y venida del Salvador para decirnos que a pesar de la estulticia del mundo, que ante la desesperación del hombre por encontrar un sentido a la vida, un Niño va a nacer en un pesebre que es la luz que indica el camino a seguir. Es una luz que desde el escueto espacio donde nace junto al modesto San José y su madre la Virgen María alumbra a los hombres de buena voluntad, aquellos que “ con la noche al raso” en “ aquellos campos” se dirigen a adorar al Niño Dios. Los párrafos bíblicos describen este hecho que conmueve al mundo, lo hace cada vez que en estas fechas surge de nueva esa epifanía que conmueve al ser humano, cala en el corazón del hombre que tan solo busca esa alegría y paz, serenidad ante la presencia de la Verdad que se presenta ante nosotros. Nos trae la doctrina más tierna, más grande que puede recibir el hombre que es capaz de escuchar la voz de quien nació hace más de dos mil siglo s en el pueblecito de Belén, en una cueva cerca de las posadas ( Khon en hebreo), que no acogieron a la Sagrada Familia. Desde aquel pequeño remanso de paz sonreía el rostro del Niño Dios al que pastores y gente sencilla del lugar se arrimaban a mirarlo tan solo: aquel rostro que aparece en las obras de Murillo, de Salzillo creando una escuela de tallistas que en Murcia adquiere carácter, pues aquella ingenuidad, el movimiento de las manos de las figuras que rodean al niño fecundan un hermoso lienzo del momento más importante de la historia de la humanidad.
La presencia del Belén en la tradición cristiana viene de San Francisco de Asís con la representación viva de las escenas evangélicas. Las que se vienen repitiendo a lo largo de la historia y que en España realza su sentido cristiano a través de sus artistas, escultores , pintores y escritores que profundizan en este misterio de la Natividad que se traduce en los villancicos y expresiones de generosidad que conforma el espíritu navideño. Nuestra cultura y creencias dejan viva esta manera de ser en los cristianos que saben regocijarse en la humildad del Pesebre, donde se cobija nuestro Redentor. Cualquier otra forma de expresión pertenece a quienes, sin ser ni siquiera ateos, apostatan de estos valores sustituyendo, en esta época el tradicional Nacimiento por estrafalarias y esperpénticas representaciones paganas, ahogadas, eso sí, por una iluminación artificial que aparta al hombre de aquella lumbre de amor que solo busca el cristiano, aquel pastorcillo atento al milagro, aquellos magos hambrientos del Mesías y que siguen la estrella de la Navidad.
Y en este contexto se abre la Navidad en Murcia entera, surgen los belenes tradicionales de Alcantarilla y Fortuna y en la huerta toda se representa el célebre Auto de Reyes, que desde la Arboleja a Zeneta, en la Alberca como en Aledo, con su sello especial con la presencia de la figura del cómico con sud frases críticas, forma ese mosaico de a teatro popular de la Pasión que integra la identidad de la huerta murciana, unido a la fiesta de los Pastores que se hacía en la torre Alburquerque, camino de Santa Catalina de Murcia., o de Inocentes.
El auto de Reyes conforma la obra de Gaspar Fernández de Avilés de 1775 sobre la Infancia de Jesús , que se ha ido traduciendo de generación en generación adaptándose al vocabulario popular, incluso con recreaciones como la célebre de Zarandona. Ya decía Valbuena Prat que no hay pedanía ni rincón huertano que que no se represente este auto con la inocencia de sus personajes que como Jusepe y Rebeca forjan la trama del mismo con su gracejo como cada año se representa en la pedanía de Churra en un entorno henchido de belleza.
Convendría insistir en la defensa a ultranza de esta pieza literaria que forma parte del patrimonio cultural, como todo lo referenciado con las hermandades de la Aurora que parece se pierde en algunos pagos de la huerta y municipios , acaso por la inercia y apatía hacia lo que nos representa, las tradiciones donde se hace hablar al pueblo y sentir sus valores mas hondos, esas voces antiguas de los clásicos Y ello no es nada nuevo al observarlo en nuestros contactos con la huerta y pueblos , en tanto que en otros relucen con intensidad como en el Auto de los Valientes, pedanía de Molina de Segura y Zarandona con su magistral representación significada en la obra renovada de don Gaspar Fernández. Lo que se incrementa en las máxime expresión belenística de Murcia, sede de la mejor escuela de discípulos de Salzillo que tiene su cuna en la pedanía de Puente Tocinos con una serie de brillantes artesanos que dan arraigo a la ciudad y sus pueblos.
A este respecto el pueblo de San Javier cada año mantiene su vigor con su tradicional Belén de España por su extensión y cantidad de figuras, más de mil, que pergeñan un espacio brillante en la plaza de la villa, cita de propios y extraños que asisten a tan bella representación del ya tradicional monumento navideño. Ello dice mucho de la Asociación de belenistas y del entusiasmo del Ayuntamiento por enriquecer cada año el mismo recreando su espacio con piezas de los mejores tallistas y la sorpresa por la representación de un monumento de la villa, unas veces es una norias lo el molino de viento que es una pieza significativa del campo cartagenero
Intervienen en tal recreación figuras de egregios artistas que, como Griñan, Almansa y seguidores de la escuela murcianista emulan el tiempo de Nazaret utilizando resortes que imprimen movimiento a las figuras muy en relación con el tradicional Belen de la pedanías de Casillas referenciado por nosotros en el libro “ el Belén móvil de Casillas” de 2011.
Se puede decir que en San Javier hay un Belén que brilla más que el sol, que el belenista ha sabido conjugar la luz con el azul del mar en una síntesis de arte puro mediterráneo dando constancia al decir de la copla: “ Si juntas arte,/ingenio. / y material que hay a la vista/ conseguirás, si ese es tu sueño/ convertirte en belenista”. Y bien que lo muestra este mosaico de piezas que nos evoca el gran suceso del nacimiento del Redentor, en todo un artilugio de belleza y encanto que nos induce a paladear cada capítulo del Evangelio, cada trazo de este himno al encanto y la ternura en torno al Verbo que se hizo carne.
Por su entorno pulula el espíritu navideño que inunda la villa y deja sonrisas en los niños pudiendo señalar que en San Javier hay un Belén y una fe que trasciende,. y una palmera que acoge a la Sagrada Familia. Surge así la voz del poeta Gerardo Diego:
“ Si la palmera pudiera
volverse tan niña, niña
como cuando era una niña
con cintura de palmera,
para que el niño la viera”
Sí, en San Javier hay un Belén, y un corazón que se abre con luces de color blanco. Y unos ángeles y pastorcillos que cantan al candor y la esperanza. Y una palmera en el mar.
FUENTE: EL CRONISTA