POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).

Septiembre es un mes que nos trasmite más color, para despertar los sentidos de la “modorra estival”, y llenarnos del arte de los pinceles de Felipe Herreros.

El pasado año, por estas fechas nos mostró el retrato de Felipe VI, que iba a entregar días después en Almería, con la presencia del rey.

En esta mañana he recibido una clase magistral de cómo se realiza la documentación, planificación o inspiración de una obra maestra. La elección de la noche, los reflejos de la luna, el dragón secundario, su cabeza , el escorzo del caballo, la cola, los restos de huesos de la comida del dragón, la actitud de San Jorge, la coraza y casco, la capa con el            escudo de la Orden de San Jorge, la princesa escondida temerosa, la bandera de las Dos Sicilias que ondea en la torre del castillo. 

“Óleo s/lienzo 165x 25. Colección particular Cinquefrondi-Calabria (ITALIA).

Esta es la descripción que realiza de su obra el autor Felipe Herreros Rodero:

“En esta obra se representa la leyenda de San Jorge y el dragón: San Jorge era un soldado romano cristiano de Capadocia, bajo el mandato del emperador Diocleciano en el siglo III.

Según la tradición, este Santo fue el liberador de la antigua ciudad libia de Silca. La ciudad se encontraba sitiada por un dragón, bestia a la que aplacaban ofreciéndole ganado. Una vez se acabaron los animales decidieron sortease entre los mismos habitantes de la ciudad. Llegó el día en que fue seleccionada la hija del rey y justo antes del final del desenlace apareció San Jorge a caballo derrotando al dragón con su lanza. Llevó la bestia a la ciudad y pidió que todos sus habitantes se bautizaran en la fe cristiana.

En la composición he procurado dar una visión nueva al relato. Ambientado en la noche, junto al mar y en una atmósfera de tonalidades nocturnas donde los elementos quedan iluminados por la Luna llena y el fuego.

San Jorge es representado en un joven soldado ataviado con coraza y casco labrados y con la capa de la Supremo Militare Ordine Constantiniano di San Giorgio. Su actitud y autoridad representa el vigor de la fe cristiana.

El caballo blanco se alza sobre el dragón en un potente escorzo denotando nobleza y fuerza.

Y el dragón que encarna el mal, sucumbe entre el fuego y la ira que desprende. Destaca la maleza y las ascuas encendidas, que aportan reflejos cálidos en la composición.

En el margen izquierdo observamos el castillo Pizzo Calabrio con la bandera de las Dos Sicilias, región de destino de la obra. Bajo el mismo la princesa asustada busca refugio entre los árboles contemplando la escena.

Una obra compleja, rica en el movimiento y una nueva representación de esta leyenda. Completándose con una iconografía generosa en detalles.

Mi agradecimiento a su propietario por haber confiado en mi persona para este proyecto. Mi cuarto óleo para Italia y una apuesta por enriquecer el Arte Sacro”.  

FUENTE: CRONISTA