POR JUAN LUIS ÁLVAREZ DEL BUSTO, CRONISTA OFICIAL DE CUDILLERO (ASTURIAS)
A San José se le veneraba y obsequiaba mucho en Cudillero cada 19 de marzo. La víspera, niños y niñas iban por las casas, fundamentalmente a las de las madrinas de bautizo, a buscar huevos para la merienda del día siguiente, que consistía en huevos cocidos y tortilla de pan con azúcar. Y en todos los barrios de la villa «pixueta» (La Garita, La Ponte, Tolombreo, de Abajo, La Rueda?) no podía faltar la tradicional «foguera», con una sana competencia entre los vecinos por conseguir que la suya fuese la que más tiempo permaneciese ardiendo. Para ello, unos días antes, los jóvenes se dedicaban a recoger y almacenar las bardas o ramajes que arderían en las respectivos fogatas. Esta tradición desapareció a principios de la década de los setenta del pasado siglo.
La fiesta se celebraba en el Cuetiquín, donde existía una capilla bajo la advocación de San José. El Cuetiquín es una zona de La Reguera o calle de San José, bautizada así posiblemente por venerarse en ella al referido santo. De la histórica capilla hablaré más adelante; volvamos ahora a la fiesta. Lo primero que hacían niños y mayores era presentar a San José la merienda, para que diese el visto bueno y luego salir a merendar en la pequeña explanada existente en los alrededores de la ermita.
Al quedar ésta en ruinas, la fiesta se trasladó a El Pito, a una capilla donde en la actualidad está el cuartel de la Guardia Civil y posteriormente en la propia iglesia de El Pito, mandada construir por la familia Selgas, ya que aunque el titular es Jesús Nazareno, siempre se veneró mucho a San José. En la actualidad la fiesta en honor de San José se celebra por partida doble y en fechas distintas, en Cudillero y en El Pito. En Cudillero el 19 de marzo, y si no coincidiera en sábado, el más próximo. Lo organiza la comisión de festejos, tiene lugar en una carpa que se instala en el puerto nuevo y durante la verbena se procede a la elección de la reina de las fiestas de San Pedro y de sus damas de honor. La otra la organiza la Asociación de Vecinos de El Pito en mayo, coincidiendo con la festividad de San José Obrero y por espacio de tres días. Por desgracia, se perdió la sana costumbre de organizar un almuerzo de hermandad con la participación del vecindario.
La capilla del Cuetiquín. Situada en La Reguera, o calle de San José, que fue la principal vía de acceso al pueblo. En esta calle estaba la casa señorial del Cuetiquín, habitada en un principio por Álvaro Sánchez de Avilés, hermano de Pedro Menéndez de Avilés, por su esposa, Berenguela, marquesa de Valdés, hija de Hernando de Miranda de Cudillero, y sus dos hijos Alonso y Pedro Menéndez Marqués.
La casa estaba próxima a la de Alonso Arango y Sierra, hijo de Bernardino Arango y de Ángela Sierra de Xarceley. Eran parientes de los anteriores, como también de Blas Costales, primer barón de Covadonga, que poseía un palacio en La Atalaya, en la finca hoy propiedad de los descendientes de Florentino García-Rovés. En una de las fachadas existía un escudo de armas, bajo el cual figuraba la siguiente inscripción:
«EN ALABANCA ONOR I GLORIA JESÚS MARIA I JOSE MANDARON ACER ESTA CAPILLA CON SU FUNDACIÓN I ORNAMENTOS DO JOSE MENÉNDEZ D VILLACON Y DOÑA MARIA MADALENA D VALDES ARANGO SU MUGER AÑO DE 1697»
Anexa a la casa señorial de Alonso Arango se encontraba la referida capilla -lamentablemente derruida hace menos de 40 años- en la que en 1710 fundaron una capellanía en honor de San José Magdalena Valdés Arango, viuda de José Menéndez Villazón, su hijo José y su nieto Alonso. Las cargas eran una misa rezada todos los días de semana que fuesen festivos y en las festividades de San José, San Antonio y Santa Rita de Casia, además de una misa anual sin día señalado en la iglesia de Cudillero, y otras en la de San Juan de Piñera cada 24 de junio y en la capilla de Santa Ana de Montarés el 26 de Julio.
La casa tenía una ventana desde la que se veía el interior de la capilla; estaba un poco ladeada a fin de que los señores pudiesen ver el altar y escuchar la misa desde la cama, acaso por enfermedad o vejez. En 1783 era patrono de esta capellanía el dicho Alonso Arango y capellán José García Pelontretán, párroco de Ferreras, el cual cobraba 32 fanegas y 5 copinos de pan, que al precio de 5 reales que valía entonces el copín, suponía una renta de 1.305 reales.
Existían en la capilla unas imágenes de San José, la Virgen y el Niño, que formaban la «Huida a Egipto». La Virgen portaba un pequeño farol, San José una vara y el Niño daba la mano a sus padres. También se veneraba un Niño Jesús de Praga y alguna otra imagen. El techo estaba pintado fundamentalmente de color marrón con las figuras de los cuatro Evangelistas en cada una de sus esquinas. En esta capilla era donde se celebraba cada 19 de marzo San José, como indiqué al referirme a las fiestas.
Esta del Cuetiquín ya se llamaba entonces de San José el Viejo. Cuando en ella dejaron de celebrarse misas y demás actos religiosos, su fundación es posible que se trasladase a la iglesia parroquial, pues existe un auto del provisor del Obispado, José Antonio Palacio, de 28 de septiembre de 1815, constituyendo una capellanía bajo la advocación de San José en el altar mayor; pero promovido pleito por Francisco Rodríguez, vecino de Muros de Nalón, quedó reducida a una memoria pía con cargo de una misa cada lunes del año y otra el día de San José.
Como a esta posesión la cruzaba un río, la llamaban el verxel o brexel. Y siguiendo el por debajo del arco de entrada a la casa, se toma el camino donde está la fuente de la Pereza -llamada así porque corre el agua gota a gota- y se llega hasta El Pito. Por allí y subiendo a La Atalaya, se encuentra la Calea del Duque.
Hoy estas sendas se hallan en total estado de abandono y mucho me temo que cualquier propietario de alguna de las fincas colindantes se apropiará, involuntariamente, de los terrenos públicos, lo que sería una verdadera pena ya que además de ser tramos del primitivo acceso a Cudillero, pertenecen al Camino Real.
Fuente: https://www.lne.es/