POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se acerca la noche de San Juan -de San Juan Bautista- y con ella y en ella toda esa carga de tradiciones que la adornan.
Como de la siempre presente hoguera («foguera») y del efecto purificador que simboliza se ha escrito tanto, no vamos a centrar nuestra atención en ella sino en otros ritos y mitos que la acompañan.
O, mejor aún, que «la siguen».
Uno de ellos es el de, bañarse, beber… LA FLOR DEL AGUA.
¿Qué es «la flor del agua» como símbolo y regalo de salud, de belleza corporal y espiritual, y de amor?
Son muchos los estudiosos que asocian «la flor del agua», tan custodiada por «les xanes», como aquellas aguas de riachuelos, arroyos, fuentes… que reciben los primeros rayos de sol en la amanecida de la noche de San Juan, ya apagada la hoguera. Se supone que con esa luz va la bendición del Santo y con ella la de la Virgen María.
Bien podría decirse que luz y bendición se resumen en el «primer beso al agua del sol que nace».
Pero aún hay algo más. Ese «poder benéfico» de la flor del agua (curativo, cosmético, prometedor de matrimonio…) se extiende también al ROCÍO DE LA MAÑANA (la «rosada» o el «orbayu del ríu), consecuencia de la condensación del agua evaporada durante la noche.
Se supone que tal «rosada» es benéfica para hierbas, campos, animales y personas a las que baña…
Y, así, fue costumbre que la muchachada juvenil se revolcara desnuda en los praderíos cercanos a los ríos o arroyos para prevenir afecciones cutáneas (sarna, urticarias, eccemas, erupciones…); acto que solía denominarse «aprovechar la orvallada del ríu».
Este rito purificador no siempre «lo era tanto», pues entre «rosadina» y «rosadina», risas y «regolvinos» (cosquillas), solían hacer realidad el refrán que afirma que «Besos y abrazos non facen rapazos, pero toquen a vísperes».
Y, claro, de las vísperas se pasa de inmediato a la fiesta completa.
Ya lo avisaba el refranero: «La que por San Juan sanjuanea, en marzo marcea».
Cuenten ustedes y verán que marzo es el noveno mes siguiente a junio.
¡Oiga! ¿Y si no tenemos río, pero sí mar?
Pues sí, hombre sí.
De esa bondad del agua sanjuanera, promesa de belleza, de salud y de bendición, también participa el mar.
En consecuencia, ¡a bañarse en la playa!, pero recordando siempre lo que advierte el refranero antes citado.
NOTA.- En la foto de Fidi Fidalgo, tomada desde el Mirador de El Fito, los rayos de sol en la amanecida, bendicen la flor del agua de los riachuelos colungueses y caravienses.