POR BIZÉN D’O RÍO MARTÍNEZ-CRONISTA OFICIAL DE LA HOYA DE HUESCA
Durante la Edad Media un cierto encanto poético envuelve y rodea las costumbres populares relacionadas con el culto a San Lorenzo. Para los oscenses de aquellos tiempos no sólo era el héroe de la historia cristiana, sino principal intercesor y patrón, además de ser cercano y poderoso que beneficiaba a sus devotos y generosamente a sus paisanos, y éstos, acudían a él con manifestaciones externas de piedad, aunque en ocasiones eran innegablemente, los restos del primitivo paganismo.
Con toda seguridad puede afirmarse que nunca participaron los santos en la vida de los hombres como pasado el primer milenio. San Lorenzo, comienza a figurar en todas las manifestaciones importantes de la vida oscense, y su imagen actúa de talismán poderoso, estando presente en actos penitenciales, rogativas o en acción de gracias; se cantan sus tormentos, sus milagros y paralelamente se dan pábulo a sus leyendas. Es representado en los calendarios por su imagen o su símbolo, la parrilla, que señalan impresos al boj a los labriegos, el momento más propicio para esa labor del campo marcada desde tiempos prehistóricos como el “estrojamiento”, ya que la devoción popular de la Edad Media descansaba en gran parte sobre el régimen de la economía natural, tanto será así, que se vincula estrechamente a los acontecimientos de la Naturaleza.
San Lorenzo, debido a su tormento final, era invocado no sólo en Huesca, sino en toda la Vieja Europa contra aquellas enfermedades que directa o indirectamente tenían relación con el calor, como también se aclamaban al Santo cuando granos, costras, postillas y todo tipo de erupciones de la piel o escamas hacían su aparición, implorando además los padres de familia la curación de las enfermedades gastro-intestinales infantiles, al igual que los hortelanos invocaban a Lorenzo al llegar el mes de agosto, pidiendo el agua, generalmente poco caudalosa en estas fechas, logrando que por su intercesión fluyera en pozos y manantiales con mayor abundancia.
A este Santo, el suplicio de la parrilla le aseguraba los devotos más numerosos, y se le rezaba con fervor ante el mal:
¡Oh diácono Lorenzo!, tú no sufrías en la parrilla.
Concededme por favor que se pase este dolor.
Mal y dolor, pierde tu color igual que Judas perdió el color.
Cuando traicionó por pasión judía a Jesús en el Huerto de los Olivos. Amén
Rezando un padrenuestro y una avemaría.
Recordemos que son numerosas las localidades que celebran su fiesta el 10 de agosto, que pasan de doscientas las iglesias en España y de un centenar las poblaciones que lo tienen por patrono, celebrando en este día, que además coincidía con el final de la recolección, al igual que en Huesca, su cuna, una procesión por sus calles con la imagen del Santo, que es adornada con las primeras y más selectas frutas recogidas, procesión que se acompaña con las campanas y cohetes atronando el espacio, porque es una forma de agradecimiento al protector que pródigamente ha concedido sus dones, pues al igual que en los tiempos antiguos, se ponen las primicias de los campos a los pies de la deidad protectora a la cual se ensalza con gozosos gritos y vivas, mientras se danza en derredor, y…… San Laurencio, bendice gentes y calles de la población en una bendición protectora que cual vacuna, durará todo el año.
FUENTE: EL CRONISTA