POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.
El pupitre
Dicen «los expertos» que hay que hilar fino en esto de hablar de historia, tradición o método, y tal vez lleven razón, porque no se puede «engañar» al lector con posturas dialécticas poco convincentes o extraídas de fuentes no muy fiables.
Pues bien, ahora ha llegado el tiempo de San Mateo y con él, ese deseo de hacer revivir una fiesta que tiene en sí misma, la tradición histórica como bandera de realización y sentimiento. Sin entrar en la polémica de si Cuenca se conquista o capitula ante las tropas cristianas de Alfonso VIII, ni siquiera en saber si fue el día 14 de septiembre o el mismo 21 de ese mes, lo cierto es que nuestra ciudad, sus gentes que son maravillosas, en Peñas o individualmente, un pueblo que sigue haciendo plausible su origen y su conquensismo, vive y revive con nostalgia y profunda devoción la festividad de San Mateo. Y cierto es, que este santo Evangelista no es Patrón de la ciudad, y sin embargo, como tal se le tiene estos días septembrinos, por haber sido clave en un reto que sin llegar a mito, se sigue teniendo vivo en nuestros corazones.
Este sábado pasado, domingo y lunes, se revivió esa misma estampa. Un documental sobre la tradición de esta fiesta popular, realizado por la empresa Enred y estructurado en guión y textos por un servidor, se proyectaba en los multicines Odeón y se hacía con la doble intención de provocar sentimiento, de recordar sus vivencias, de dejar sentir la devoción hacia una imagen que sigue estando en su capilla catedralicia, al lado del Pendón alfonsino y cerca de un retablo que augura arte y recuerdo.
Por eso, San Mateo no es el patrón de Cuenca, que bien lo tiene merecido San Julián Obispo, pero sí es el patrón del pueblo, de ese pueblo mateo que hace de sus Vaquillas el reencuentro de amigos, el sentir de todo un año, y en sus rostros pude ver las lágrimas por el «no vivir este año -por segunda vez- esas vaquillas y esa devoción», entre su Peña, su gente, su catedral, su ciudad, su paisanaje.
Y en eso estoy. En dar las gracias a esos maromeros, pregoneros, cartelistas, peñistas, ediles, canónigos, historiadores, actores, soñadores y conquenses, por estar ahí, dejar caer esas lágrimas y hacerte ver que cualquier trabajo por y para Cuenca merece un aplauso y un refuerzo como ideario de los pueblos que siguen siendo solidarios y generosos ante la vida, ante el problema, ante el drama y ante la creencia.
Dejemos de lado, críticos embebidos de ruindad, perversos limosneros del olvido, burladores del destino, necios del paisanaje y soberbios engullidores del desencanto y ensalcemos a esos «buenos hombres y mujeres» que viven con sentimiento sincero todo lo que un pueblo y una sociedad ofrece cuando entre sus propuestas hay generosidad y conquensismo. ¡Viva San Mateo¡
FUENTE: https://eldiadigital.es/art/375772/san-mateo-evangelista-y-no-patron-por-miguel-romero-saiz