POR JOSÉ ANTONIO FIDALDO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Son muchos los estudiosos que, hurgando en la Historia, pretenden darnos a conocer la vida, dichos y hechos de Valentín, sacerdote u obispo mártir en el siglo III.
Dom Philippe Rouillard OSB, en Dictionnaire des saints de tous les jours, dice con mucha gracia: «Valentín, patrón de los enamorados, que se preocupan muy poco de saber si este mártir fue sacerdote en Roma u obispo en Terni». Y finaliza con esta advertencia: «¡Atención, agricultores: protege los sembrados contra los topos!».
Intentaremos una explicación para este patronazgo.
Los romanos eran dados, pero que muy dados, a las grandes cenas. Se celebraba con una cena la llegada de un amigo y, después, con otra cena, su marcha; la victoria de un ejército; la muerte de un familiar; la siembra de un fruto y, después, su recolección… Estas fechas de febrero son días en que los pajarillos (pío-pío; cucurrucucú…) ya se afanan en «buscar pareja» y «construir su nido de amor»… Es el preludio de la primavera con sus arrumacos de amores y amoríos. Y esto había que festejarlo con una cena apropiada al caso.
Los cristianos vieron aquí una oportunidad: San Valentín fue martirizado y muerto un 14 de febrero y bien podía asignársele su patronazgo sobre los enamorados.
¡Oiga! -dirán ustedes- ¿Y qué pasa con los topos?
Pues está clarísimo: como los topos son ciegos y el amor también… pues eso.
San Valentín y su fiesta tuvo y tiene gran arraigo en Inglaterra desde el siglo XIV y aquí, en nuestra España, se «importó» en la década de 1960 (¡qué película protagonizó Concha Velasco, a la que entonces se la decía «Conchita»), alcanzando gran éxito su promoción.
Ahí tenemos tres fotos para estimular la fiesta: una pareja de enamorados (acuarela de Manuel G. Linares) tiene a su izquierda al santo y a su derecha un precioso libro (Afrodisíacos-Recetas para amar) que, con perdón, escribí yo para ocasiones como ésta.
¡¡¡ FELIZ DÍA DE AMOR A TODOS !!!