POR BIZÉN D’O RIO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL HOYA DE HUESCA (HUESCA).
El paso de las Sierras Exteriores a la depresión del Ebro, es decir, el paso hacia la Hoya o tierra plana, en la zona del Gállego medio se realiza de una manera brusca, pues tiene lugar a través de una masa conglomerática con escarpes verticales y formas redondeadas, dando como resultado unos monolitos que reciben el nombre de “mallos”, de una gran belleza paisajística y un gran atractivo alpinista, pues no en vano han sido desde hace años la primera escuela de escalada de Aragón. El Pisón, Fire, Frechin, Cuchillo y Visera, son conglomerados que proceden de la fuerte erosión provocada por el levantamiento de las Sierras Exteriores y el hundimiento de la Depresión del Ebro. Siendo al pie de estas grandes masas pétreas donde se han desarrollado unos glacis de fuerte pendiente que se suavizan más al Sur para empalmar con la llanura por medio de una red de barrancos.
Resulta curioso comprobar como en todo el Altoaragón al abrigo, a los pies de estas masas pétreas, el hombre desde tiempos antiguos fue creando unos lugares sagrados, luego eremitorios, después santuarios, en las más de las veces dedicados a la Gran Madre, por lo que no es de extrañar que aquí en Riglos se construyera un templo que venía a sustituir al eremitorio primitivo, y que éste posteriormente arruinado, se trasladó con el culto parroquial a la ermita de Ntra Sra del Mallo, otro templo que había sido levantado para dar cobijo a una imagen que primitivamente estuvo en una oquedad de estas masas pétreas, sacralizando su base y sus entrañas, dando testimonio de fuerza generatriz y base de fe.
Cuenta la tradición que fue levantada esta ermita con piedras de los Mallos y arena también de la misma procedencia. Aquí, una imagen de la Virgen, sedente, morena, mirando mayestática desde una cátedra rematada por bolas, sostiene al Niño Jesús en su brazo izquierdo, portando el Niño un libro en su mano izquierda y da la paz con la derecha, la vestimenta de Ntra Sra es de color azul y oro estofado sobre la madera, y se ciñe con un cordón. Es obra del siglo XIII que bendice y presta el amparo a un pueblo que vive bajo los grandes peñascos y sabe que nunca ha caído piedra sobre esta edificación, es por ello que, dándose la conjunción de Madre y Tierra, desde tiempo inmemorial los hombres de los lugares vecinos tomaban una piedrecita de su templo que posteriormente llevada durante la siega en la boca, o durante largas caminatas, evitaba los sudores y calmaba la sed.
FUENTE: CRONISTA