FELIPE MOLINERO RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE SANTA MARÍA LA REAL DE NIEVA (SEGOVIA)
Ya sabemos desde el nacimiento que estamos destinados a morir. En nuestra tradición cristiana Dios expulsó del paraíso terrenal a Adán y Eva tras el pecado original, según se nos relata en el libro del Génesis de la Biblia, y las consecuencias que se derivaron de él: trabajo, dolor, sufrimiento y muerte.
A lo largo de la historia humana se han sucedido situaciones difíciles: hambre, guerra, enfermedades, muerte, catástrofes… Se han sucedido epidemias o pandemias como la actual, que han causado enormes estragos. En la decoración arquitectónica se ha reflejado esto con frecuencia, al igual que en la literatura y crónicas, costumbres, creencias.
Esta villa nace en 1392, y la portada de la iglesia actual está realizada en el siglo XV. En su frontón se representa a Jesucristo en el Juicio Final, los humanos llamados a juicio tanto vivos como muertos (arquivolta primera), son pesados con sus almas (piedra que falta del dintel) y se salvan (Cielo) o son condenados (Infierno).
Las epidemias causaron estragos en la población, eran frecuentes y esta mentalidad se plasmó en esta arquitectura y escultura. Las danzas de la muerte se cantaban y bailaban en esta sociedad con un sentimiento religioso tan profundo.
A lo largo de la historia de esta villa su población ha vivido momentos difíciles. Así en 1727 nos relatan dos manuscritos (Yuramí y los milagros del Camarín) cómo se produjo una gran epidemia que afectó a gran parte de la población. Se hallaban unas 350 personas infectadas, murieron algunas y otras estaban en sumo peligro. Se decidió sacar a la Virgen de la Soterraña en procesión y rogativa por las calles de la localidad, estando presentes también otros pueblos de las cercanías. Era el mes de febrero. Sacaron a la Virgen a las dos de la tarde, durando este acto más de cinco horas, y se reconoció por todos que el sol se paró, hasta que la Virgen se colocó en su trono, metiéndose el sol rápidamente. Al día siguiente tan sólo se hallaron enfermos una treintena, que no murieron. Esta epidemia venía desde 1726, cuando se producen 91 nacimientos y 95 defunciones, pues luego en 1727 hay 73 nacimientos y 57 defunciones. De todas formas en este período de 1726-1750 se producen 1959 nacimientos y 1915 defunciones, a una media anual de 78,36 y 76,6 respectivamente y un crecimiento vegetativo de 1,76, poco aumento pues se dan ocho años con un crecimiento vegetativo negativo (1729, 1730, 1734, 1741, 1742, 1748-1750), destacando 1729 con -74, 1742 con -60, y 1749 con -67. Los matrimonios son 431 a una media anual de 17,24.
Los comienzos del siglo XIX son aciagos. De 1800 a 1805 el crecimiento vegetativo es negativo: -12, -5, -42, -49, -348, y -42. Destaca ese 1804 con la mayor mortalidad producida a lo largo de la historia de la localidad: 348 defunciones. Son 161 varones (46,26%) y 187 mujeres (53,73%). El grupo de 0 a 15 años tiene 131 muertes (37,64%), los adultos 102 (29,31%), viudos/as 72 (20,68%) y otros, solteros (12,35%). Los enterramientos se hacían en el interior de la iglesia y las capillas (laudas de madera y muy pocas en piedra), sobre todo la del Cristo de las Cinco Llagas y de la Vera Cruz. Posteriormente se utilizaron las galerías del claustro y el jardín, y el recinto de la Puerta del Perdón (hoy plaza de la Costanilla donde se ubica el centro médico).
Pero en mayo de 1833 se comienza a enterrar en el cementerio actual por medidas higiénicas y de salud, para evitar epidemias (de ahí la costumbre anterior de encalar las iglesias cada vez que ocurría alguna peste).
La gripe española de 1918-1919 no tuvo mucha incidencia aquí. Nacen 34 y mueren 37 cuando la media entre 1900-1925 era de 39,8 nacimientos y 22,92 las defunciones. La Guerra Civil también dejó su huella: menos nacimientos, y la mortalidad aumenta, produciéndose un crecimiento vegetativo negativo en 1938 y 1939 (-1 y -2), pero que se nota también en las bodas (bajan notablemente). Las consecuencias de la guerra se notarán en todo el período posterior de los años 40 y 50.
La epidemia o pandemia actual del Covid-19 también está dejando su huella aquí, en toda España, y gran parte del mundo. Ante ello, el hombre a veces saca fuerzas de flaqueza y realiza obras o actividades que resaltan en varios aspectos (arte, música, literatura…). Y no falta en ocasiones el humor. Así en los años de la postguerra era frecuente en esta Villa sacar coplas y canciones por Carnavales. Manuel Camarero destacaba en estas composiciones, y hago aquí referencia a un año en que compuso una sobre la gripe acompañada con música del Cocidito Madrileño, que dice así:
Hoy con la gripe todo el mundo está temblando, pues causa estragos en toda la humanidad: se carga ancianos, niños, mozos y casados, pero a nosotros no nos puede castigar, y todo aquel que quiera a tiempo prevenirse, nuestro consejo ha de tomar, que no haga caso de doctores y boticas; nuestra receta es eficaz: Vino tinto en casa el Rufo, en la Taurina coñac, en casa la Gaitera una jarra tomarás, en la casa del Danzante dos de Marie Brizard, y un porrón de Valdepeñas en la Bodega al pasar, y con estos paliativos la gripe no te entrará, cogerás una modorra (bis), y a la cama a descansar. Se citan los bares y tabernas de esa época.
Fuente: https://www.eladelantado.com/