POR JOSÉ MARÍA SAN ROMÁN CUTANDA, CRONISTA OFICIAL DE LAYOS (TOLEDO).
Toca reivindicar hoy a un personaje toledano desgraciadamente olvidado, entre cuyas principales virtudes deben destacarse necesariamente dos: una, el ser un trabajador incansable, para quien no había horas en el día ni puentes infinitos para sacar adelante sus no pocos negocios y para defender a Toledo a capa y espada; otra, la de ser una persona de gran imaginación empresarial y de gran iniciativa cívica, puestas ambas al servicio de su ciudad y de su gente. Estoy hablando del toledano Santiago Camarasa Martín, nacido el quince de mayo de 1893 en la calle Núñez de Arce, donde su familia ya dirigía un negocio alimenticio que él especializó con el mazapán toledano que tanto se anunciaba en los medios de comunicación de su tiempo.
Su vocación principal, que también fue su profesión, estuvo vinculada durante toda su vida al periodismo. Pero no a un periodismo fácil ni de mero carácter noticiario, sino a una oferta periodística culta, con profusión de imágenes y con la colaboración de algunos de los más reconocidos escritores y cronistas de su época. Incluso, es mérito suyo el haber creado en Toledo la primera agencia internacional de periodismo con que contó la ciudad. Ya en su niñez comenzó editando una pequeña publicación en el ámbito colegial, llamada Ecos de Toledo, de la que desgraciadamente no se conservan ejemplares, si bien fue a sus dieciséis años cuando fundó su primer periódico en serio, llamado Patria Chica. Esta publicación no tuvo una vida longeva, que se extendió entre enero de 1912 y enero de 1915, pero fue una primera piedra en su carrera periodística, marcada por su conocimiento e información sobre la vida local de Toledo y, sobre todo, por su patente afán de mostrar y divulgar el patrimonio de la ciudad. No se limitó solo a Toledo, sino que incluso llegó a ampliar sus fronteras periodísticas más allá de nuestra provincia con una magnífica publicación llamada Castilla, revista creada para difundir el patrimonio y las noticias de las ciudades y los pueblos castellanos y con la intención de reivindicar el espíritu regional de Castilla. Su gran aportación periodística a la ciudad fue Toledo: revista de arte, en la que textos magníficamente cuidados de autores como Adolfo Aragonés, José Polo Benito, Ángel Vegue Goldoni, Rómulo Muro y el propio Camarasa, y con imágenes de conocidos personajes como José Vera, Narciso de Clavería, Buenaventura Sánchez Comendador, Emiliano Castaños y Vicente Cutanda.
No obstante, su carácter incansable le llevó a compaginar su labor periodística con labores empresariales, como su agencia internacional, la llevanza de algunos diarios en su etapa madrileña y el mantenimiento de la empresa de torrefacción de café de su familia a la que añadió la elaboración del Mazapán Camarasa. Asimismo, compaginó también con una desconocida labor literaria que dio lugar a obras de teatro, zarzuelas, operetas, comedias, sainetes y monólogos.
Su otra gran aportación a la ciudad fue su acendrada defensa del turismo toledano. Pensemos que su época de florecimiento humano coincidió con la del florecimiento del turismo en el primer tercio del siglo XX. Y él fue el creador de la definición de Toledo como «ciudad única e intangible». En su calidad de autor, fueron cerca de diez guías de la ciudad las publicadas por él desde distintos enfoques con la finalidad de dar al turista una forma de conocer Toledo al alcance de su mano. Como persona implicada en la vida cívica de la ciudad, gracias a sus reivindicaciones a través de la revista Toledo, a una publicación premiada por la Real Academia toledana titulada ‘El turismo en Toledo: estudio crítico sobre el turismo en Toledo y su desarrollo y estadísticas durante los últimos quince años‘ y a su implicación en la Sociedad Defensora de los Intereses de Toledo, Camarasa logró la creación de un Centro de Turismo en la plaza de Zocodover, en el que se atendía a los turistas con esmero en un ambiente decorado con obras de arte y elementos típicos toledanos.
El próximo año 2022 se cumplirán sesenta y cinco años de su fallecimiento, y Toledo tiene aún una deuda contraída con él y con su obra de reconocimiento de la ciudad. Juan José Fernández Delgado, en la amena y documentada biografía que escribió sobre él en 2016, publicada por Ledoria, dice: «Con Santiago Camarasa Martín es necesario que Toledo, la ciudad -su amada ciudad para la que no encontraba paragón alguno en el mundo- agradezca los desvelos de este quijotesco, romántico y tipista toledano por conservar el legado histórico, artístico y cultural de Toledo y por universalizar su nombre. El nombre de Santiago Camarasa Martín acuñado en el rótulo de una calle o plaza toledanas sería el premio resplandeciente que este inmenso toledanista, inagotable en serlo, se merece, y con este reconocimiento Toledo, la ciudad, cumpliría con su deber de gratitud». Me uno a las palabras del profesor Fernández Delgado, las hago mías y deseo ver en el futuro un agradecimiento sincero a este prolífico y polifacético toledano. Sobre todo, en tiempos en los que el valor de la auténtica prensa no pueden ponerse en duda por la importancia que los medios de comunicación suponen para la consolidación de una democracia más auténtica.