POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN).
A Domingo Murcia, Cronista oficial de la ciudad de Alcalá la Real.
En el día de su santo patrón y de los alcalaínos.
La figura de santo Domingo de Silos ha sido objeto de inmejorables estudios sobre su vida y obra. Pretende esta breve reseña sobre la vida y milagros de tan insigne hombre, dar a conocer rasgos del hombre y del santo bajo cuyo amparo nos acogemos y de manera especial cada 20 de diciembre.
Ya el mismo significado de su nombre es hermoso, Domingo, el que está consagrado a Dios. El primero en llevarlo, al igual que el templo alcalaíno primero en ser consagrado a Dios en la Alcalá bajo medieval. Su apellido Manso, también refleja una de las virtudes de Domingo, un ser que respiraba suavidad en sus juicios, en sus palabras y hechos para con el prójimo, un hombre manso de corazón no intenta imponer ni dominar, y esta presto a inclinarse ante los demás. La mansedumbre cristiana es suavidad y fortaleza, armonía divina de contrarios.
Cuenta la tradición que Domingo vino al mundo en el célebre año 1000, en la villa de Cañas, perteneciente al Reino de Navarra. Hijo de Juan, un infanzón de los Manso, hombre muy piadoso; y de Toda, su mujer, que no se caracterizaba por su religiosidad. En su adolescencia se vio obligado a guardar los ganado. Y durante cuatro años procuró estudiar y conocer a Dios en el inmenso libro de la naturaleza. Esta primera ocupación despertó en el espíritu del joven Domingo el gusto por la soledad y la oración contemplativa.
Con 26 años celebró su primera Misa tras recibir el Sacramento del Orden. Domingo crecía en gracia ante los ojos de Dios, y Berceo biógrafo eminente de Domingo Manso, lo cuenta con sublimes comparaciones llenas de gracia y verdad. Dice Berceo: Tal era como plata, mozo castogradero, La plata tomó oro cuando fue epistolero. El oro margarita cuando fue evangelistero, Cuando subió a preste semejó al lucero.
Aquella actividad pastoral no llenaba totalmente su espíritu inquieto, y al año siguiente de su ordenación decidió dejar el mundo y retirarse a un lugar solitario para vivir a solas con Dios. Pudo retirarse a los montes Cameros o en la Sierra de San Lorenzo, no podemos saberlo con certeza, pues lo mantuvo siempre en secreto; año y medio estuvo en este retiro de ermitaño. Por entonces contaba Domingo con 28 años. Físicamente Domingo Manso era pequeño de cuerpo, de rostro apacible, y nunca ensombrecido; la nariz aguileña, que revelaba la energía de su carácter. Sus ojos muy grandes, muy vivos, con un mirar inteligente, blando y sereno. Con el correr de los años, una corona de cabellos blancos, cercará su calvicie; y en todo tiempo su rostro reflejaba una especial y serena simpatía que le inundaba de suave gozo, a pesar de tener la color amarillenta, propia de los enfermos, debido a sus múltiples dolencias.
Rondando los treinta años profesa como benedictino en el Monasterio de San Millán de la Cogalla, de esta manera seguía el ejemplo de San Benito y se sometía a un duro voto, el de la obediencia. Pronto fue nombrado maestro de los jóvenes que se educaban en el monasterio, tal era su buen hacer y entusiasmo en su labor, que el buen abad don García, le encomienda la restauración del Priorato de su Cañas natal. Y fue precisamente aquí, en donde se dio a conocer como un administrador excelente, haciendo que las gentes de la comarca acudieran con mano generosa a responder a la necesidad material de restaurar el priorato. Finalizadas exitosamente las obras en el priorato, Domingo, recibe la orden de volver a San Millán, en donde a la edad de 38 años y casi por fuerza, fue nombrado Prior mayor del monasterio. Es en ésta época cuando se produjo el célebre enfrentamiento con Don García, rey de Navarra, primogénito de Sancho III, que reveló toda la grandeza del alma de Domingo. El rey exigía que se le entregasen los cálices sagrados y lo más valioso que hubiera en el convento para dedicarlo a gastos de guerra, pero santo Domingo se le enfrentó valientemente y pronunció su celebérrima frase que recoge Berceo: El cuerpo puedes matar y la carne maltraer pero en el alma, rey, no tienes ningún poder. El rey navarro lleno de indignación desterró al prior Domingo, destierro inmensamente provechoso, pues el rey Fernando I de Castilla lo manda llamar y le confía el monasterio de Silos, que se encontraba en sitio estéril y alejado y en estado de total abandono y descuido, tanto en lo material como en lo espiritual.
Por entonces el monasterio del pueblo de Silos estaba bajo la advocación de San Sebastián, y una mañana de invierno del año 1041 a él llega Domingo que lo convertirá en uno de los más bellos monasterios benedictinos de la España medieval. Pero no todo fue actividad material, también hubo de ocuparse del rebaño de sus hermanos, los monjes. Levantarles el ánimo, sujetarlos blandamente, atraerlos con su ejemplo, abnegación y constancia. Según nos cuenta su discípulo predilecto y biógrafo Grimaldo, nuestro santo tuvo una visión, en la que dos bellísimos mancebos le entregaron tres coronas que Dios le enviaba por su buen hacer y mejor servir al Creador. No se trataba simplemente de un galardón, sino que tenía un hondo significado por los méritos que había adquirido en su tarea espiritual y material. El significado de tan preciados galardones era: la primera corona por su estado religioso, la segunda por la restauración del monasterio de Cañas consagrado a la Santísima Virgen; además de pro mantenerse casto; y la tercera por la nueva tarea que debía afrontar, restaurar Silos, así como pro las almas que había ganado para la causa de Jesucristo. Su obra más conocida, y la aportación más exquisita del espíritu humano, es la restauración que acometió del monasterio Silos, aquí Domingo demostró ser un genio organizador, un talento para la restauración, levantando un monasterio ideal.
Y no podemos olvidar la labor del Santo Patrón como liberador de cautivos, reuniendo dinero para trocarlo por libertad. Por eso cuando se le representa es frecuente encontrarlo acompañado de grilletes o cadenas. Después de su muerte los milagros que realizó sacando cautivos cristianos de tierras de moros le harán acreedor del título de Moisés segundo. Muchos fueron los enfermos, ciegos, cojos y lisiados a quienes Domingo curó durante su vida por medio de la oración y, sobre todo, por la celebración de la santa Misa, que era su recurso predilecto. Bien puede decirse que todos sus milagros los hizo empujado por su sentimiento de tierna misericordia para con los dolores humanos.
Corrían los años y por el 1072, Domingo parecía sentir ya nostalgia del cielo. Las fuerzas de su cuerpo se rendían al peso de los años. Tan cargados de fatigas, su cuerpo menudo y extenuado, necesitaba el apoyo de aquel báculo sencillo de avellano, conservado en Silos como preciosa reliquia; y en otoño de 1073 calló enfermo para subir al cielo el 20 de diciembre.
Tres años más tarde fue canonizado, y su sepulcro ha sido y es uno de los centros de peregrinación más concurridos, llegándosele a conocer, también, como el Taumaturgo Español, por los muchos milagros que realizó en vida y después de ésta.
FELÍZ DÍA DEL PATRÓN y FELICIDADES A LAS DOMINGAS Y DOMINGOS