POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
En los territorios que muestra la fotografía estuvo el Santo Hospital de Pobres de Puebla de la Calzada. Hoy rescato una parte de mi trabajo “Hospitales en el territorio de Mérida a Badajoz, su labor caritativa y social. Desde el medievalismo a la contemporaneidad”, publicado en el volumen XVII, año 2021, de la Revista Pax et Emerita que edita el Arzobispado Mérida-Badajoz. En ese trabajo se estudian los hospitales de pobres de Lobón (2), Talavera la Real, Puebla de la Calzada y Montijo, gracias al poseer sobre ellos un mayor volumen de fuentes documentales, también el de Arroyo de San Serván.
En la orilla derecha del Guadiana se localiza la villa de Puebla de la Calzada. Sus orígenes medievales se sitúan en la refundación de tres aldeas: Fresnos, Carazo y Aldea del Rubio. El cronista e historiador Moreno de Vargas así lo narra: “Tengo por cierto que esta reducción y fundación de la Puebla, se hizo en tiempos del maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa, que hizo otras muchas reducciones en la Provincia; y por haber sido ésta hecha de diferentes pueblos se le puso el nombre de Puebla… Y el sobrenombre de Calzada la tomó del sitio a donde se fundó, pues pasa por allí la calzada que va de Mérida a Lisboa”.
Los cronistas, viajeros e historiadores coinciden en la descripción de la calidad de sus tierras, situadas sobres los riberos del Guadiana, en sitios llanos, siendo fértiles en pan, ganados, vino, aceite, caza, pesca, frutas, legumbres, hortalizas y buenos pastos. La villa contaba en los Tiempos Modernos con la iglesia de Ntra. Señora de la Encarnación, las ermitas de los Mártires, Santo Toribio y Santiago, y un hospital para pobres.
SIGLO XVI
En el último tercio del siglo XVI (año 1581) Puebla de la Calzada es vendida, siendo adquirida por la marquesa de Villanueva del Fresno y señora de Montijo, incorporándose a los Estados creados por la familia Portocarrero, posteriormente condado, título otorgado por Felipe III en 1599.
La profesora Ruíz Matos, en su obra citada, informa que en 1494 no hay hospital documentado. Es en 1511 cuando afloran las primeras noticias: “Ansy mismo, en la zona que está agora caída sobre la iglesia, que es de ella, se haga un hospital, a que el concejo, para las dichas obras arriende lo que suele en las obras de la dicha iglesia, dentro de un año y medio, sopena de dos mil maravedís para la obra de la dicha iglesia”. En varios años se produce un silencio documental hasta llegar a mediados de la centuria: “En el dicho lugar ay un ospital, que es una casa que tiene una delantera grande y tiene dos cámaras: una a un lado y otra a otro, y en medio una calleja por donde entran a un corral, que tiene la casa, grande. Y está toda la casa cubierta a teja vana sobre madera de enzina”.
SIGLO XVII
En 1605 se fija así su descripción: “Es una casa vaja, linda con casa de Juan Pérez. Tiene un recivo (antesala, que da acceso a una de las habitaciones ocupadas) y al lado yzquierdo, una cozina, y al lado derecho un pedaço del dicho recibo, con dos camas pequeñas a los lados de un callejón por donde se entra en un corral del dicho ospital. Está cubierto todo de madera tosca, cañizos no junto y su tejado”. La centuria del setecientos presenta la titularidad del Hospital de Pobres, dirigido conjuntamente por la Iglesia y el Ayuntamiento, regido por un mayordomo, con el trabajo y vigilancia de un hospitalero, bajo la dirección del cura párroco y el alcalde de primer voto, quienes eran los patronos de esta institución.
El centro hospitalario de Puebla no quedó exento a las secuelas que produjo la Guerra de Restauración de Portugal (1640-1668). Las cuentas del primer libro (1641-1713) que libra el mayordomo así lo testifica. Junto a él se localizan varias partidas de difuntos, pues entre los años 1656-1699 fallecen en el hospital siete personas: dos soldados, Manuel Felipe y Antonio, y cinco pobres: Agustín el andaluz, el viñadero, Francisco, un pobre forastero y Francisco Díaz del Pino, natural de Pola de Gordón.
SIGLO XVIII
Transcurrido el siglo XVII, donde la economía y por ende la sociedad atravesaron por grandes crisis, es en 1705, durante el conflicto de la Guerra de Sucesión (1701-1713), hubo en la villa cuarteles de tropa, confeccionándose un censo de población. Llevándonos al momento del hospital de Puebla: “Un hospital moratorio donde sólo se hospedan pobres mendicantes sin rentas algunas para ellos ni camas decentes”. Se desprende por esta declaración la mala situación por la que atravesaba la casa.
En Puebla de la Calzada, en el siglo XVIII se contabilizan 5.276 registros bautismales y se celebran 1.242 matrimonios. Se inscriben 1.978 defunciones para el período 1700-1785. Del total de defunciones, 393 son registrados como pobres al no hacer testamento por no tener bienes para ello (19,87 por ciento). A mediados del dieciocho, es el Catastro de Ensenada, desde el Libro de Respuestas Generales, el que nos lleva al momento del hospital: “A la trigésima pregunta dijeron que en este pueblo ay un Hospital con destino a recoxer pobres y curar enfermos tanto naturales como forasteros en cuyo fin se distribuye sus rentas que ascenderán a quinientos reales”. Contaba en 1753 la villa con trescientos setenta vecinos, declarándose que había ocho pobres de solemnidad. El estado sanitario estaba formado por el médico, Antonio de Silba; la boticaria María Esteban Carretera; y los barberos y sangradores, Fernando Sánchez Pizarro y Miguel Martín Delgado.
Para el período 1700-1785, en los libros de defunciones de la parroquia de Ntra. Señora de la Encarnación, se anotan un total de cuarenta y tres pobres forasteros, falleciendo dieciocho de ellos en el Santo Hospital de Pobres. Algunos de ellos se encontraban en la villa en busca de trabajo, mayormente en la época de siega. Estos pobres de solemnidad procedían de Asturias (2), Portugal (1), poblaciones de Cáceres (3), Sevilla (2), Orense (1), Zamora (1), dos de Montijo, uno de Lobón, Torremayor y Zafra; y tres fallecidos cuyo lugar de procedencia resultaba desconocido. Junto al Santo Hospital de Pobres estaba la iglesia parroquial que ejercía la caridad cristiana en los funerales: “María Gómez, viuda de Diego Sánchez, recibió los Santos Sacramentos, pobre de solemnidad, está enterrada gratis”. “Juan Gómez, el cojo, hijo de Domingo Martín, vecino y natural de esta villa, recivió el Sacramento de la Extremaunzión que por estar privado del conocimiento no recivió los demás, fue pobre de solemnidad y se enterró de limosna en esta Iglesia Parrochial”.
El Santo Hospital de Pobres sustentaba su economía en donativos y censos que percibía. El mayordomo Juan Pérez, en 1731, relaciona el inventario de bienes: “cuatro colchones, cinco sábanas, cuatro almohadones, dos toallas, dos manteles, dos servilletas, una antecámara, cuatro mantas, una tarima de madera, un arca, una mesa, dos taburetes, un caldero, una sartén, un candelero, un librillo, un cubo, cuatro candiles y un servicio; junto con esteras, jabón y soga”. En 1747, Bartolomé Sánchez, mayordomo, paga cinco reales por un farolillo para el Divino Señor que está en las puertas del Santo Hospital, indicador alusivo a dependencias administradas por la Iglesia.
La atención a enfermos pobres, transeúntes e impedidos es la partida que mayor consume del presupuesto de gastos. Diferentes descargos de los años 1731, 1736 y 1762, así lo señalan: “Se pagaron por el mantenimiento de un pobre enfermo cincuenta y cinco reales; así como por la conducción a diferentes lugares de otros pobres… Fueron pagados sesenta y seis reales por medicinas a los pobres… Consta el pago de cuarenta reales y diecisiete maravedís gastados en mortajas para los difuntos que fallecían en el hospital”. Más los honorarios del hospitalero, reparaciones de la casa, enseres y mobiliario. Aún les quedaban caudales para remediar la pobreza: “ciento seis reales de limosnas para los pobres”. Caridad y ayuda para con los pobres y reciprocidad de éstos, que así lo expresa Pedro Gragera Mendoza, mayordomo de la Cofradía de Ntra. Señora de la Concepción, Patrona de Puebla: “setenta reales gastados en peones para la vendimia y recolección de aceituna, porque aunque importó más lo hicieron varios pobres sin interés por devoción a la Virgen”.
Algunos hospitaleros fueron nombrados dentro de los pobres. Es el caso de Leonor la hospitalera, pobre de solemnidad, falleció el 29/VI/1747. Otras veces designado dentro de los pobres forasteros: “Francisco, el hospitalero, que falleció el 3/XI/1775, era natural de Riosa, obispo de Oviedo, se enterró de balde por ser pobre”.
Son las respuestas al Interrogatorio del geógrafo Tomás López, enviadas por el cura párroco Juan Ramos de Solís el 20/VI/1798, las que nos ofrece la realidad del hospital: “Una casa hospital con destino a recoger y albergar en ella los pobres transeúntes, curar los enfermos de peligro y conducir a los hospitales de Mérida y Badajoz a los que puedan ser transportados en vagages, sin perjuicio de su salud con dictamen del médico, y alimentar a los enfermos de este pueblo en sus casas, en quanto alcanza lo corto de sus rentas que se reduce a ochocientos reales, bajo el cuidado de un hospitalero y mayordomo y la dirección del cura párroco y alcalde de primer voto, patronos del dicho hospital”.
En este Interrogatorio, en su pregunta décima tercera, se responde: “Las enfermedades que comúnmente se padecen en este país (que es mui sano) son tercianas, (pocas cuartanas) dolores de costado y tabardillos, que regularmente se curan con sangrías (por la crasitud de sus alimentos) el uso de quina, dieta y refrescos”.
SIGLO XIX
Años después, el llamado quinquenio monstruoso, traído por el enfrentamiento con las tropas napoleónicas, dejó graves secuelas en el hospital. Esta es la rotundidad con la que escribe el mayordomo Juan Gragera Pulido: “primeramente se pagan por el hospital, por su situación anual en los tres primeros años, pues en los dos restantes se apoderaron de él los franceses, quemaron sus puertas y techumbre, quedando inhabitable, solo las paredes y están muy deterioradas”.
En 1823 se anota en el libro de cuentas del Santo Hospital una queja: “Doscientos veinte reales pagados a diferentes pobres enfermos por falta de las limosnas de la Obra Pía de la Señora Marquesa de Villanueva del Fresno”.
En la antesala de los arreos que produjo los decretos desamortizadores, unas normas de Buen Gobierno anticipaban el control de lo que estaba por llegar: “Que si algún vecino, movido por la caridad, admitiese en sus casas o pajares algunos pobres, deberá dar cuenta inmediatamente a la Justicia bajo su responsabilidad y multa de dos ducados”. La borrasca desamortizadora de Mendizábal suprimió la presencia de la Iglesia como copatrón del hospital, pasando a llamarse Hospital de Caridad, gestionado solo por el Ayuntamiento.
SIGLO XX
El nuevo Hospital de la Caridad intervino dando cobijo y asistencia a pobres y transeúntes, durante la epidemia del cólera morbo (1854-1855), bienio de calamidad y muerte (fallecieron sesenta y ocho adultos y nueve párvulos), anotándose varios finados que la encuentran en su establecimiento. Años de crisis, escasez y carestía, agudizados por el hambre y el paro: “falleció el veintiséis de diciembre, José, mendigo, en el hospital de esta villa, natural de un pueblo tres leguas de León a causa de una pulmonía fulminante”. Tiempos en los que la Iglesia local daba respuesta a los necesitados desde la Conferencia de San Vicente de Paúl.
El siglo XX trajo la desaparición definitiva del Hospital de la Caridad. Su casa fue sacada en pública subasta, siendo vendida a particulares en diciembre de 1949. De forma casual me llegó la escritura que describe el lugar donde estuvo: “Un establecimiento de Beneficencia, nominado Hospital de la Caridad, de un solo piso y contiene tres naves, corral y pozo de agua limpia, situado en la calle Iglesia (luego José Manuel Carrasco y ahora Vegas Bajas), marcada con los números dos y cuatro; linda por la derecha con calleja que formó dicho edificio y el de la Iglesia Parroquial; por la izquierda y espalda, con casa y pajar de la pertenencia de Juan Romero, hoy de Antonio Ramos Sánchez”.
FUENTES DOCUMENTALES UTILIZADAS
Archivo Parroquia de Puebla de la Calzada (APPC). Libro I Defunciones (1656-1717). Libro II Defunciones (1717-1748). Libro III Defunciones (1749-1785). Libro V Defunciones (1851-1862). Libro de cuentas de la cofradía de Ntra. Señora de la Concepción (1782-1828)
Archivo Municipal Puebla de la Calzada (AMPC) Libro I del Santo Hospital de Pobres (1641-1722). Libro II (1713-1782). Libro III (1783-1832)
Archivo Histórico Provincial (AHP), Órdenes Militares. Libro 1108, año 1511; Libro 1246, año 1605.
Archivo Municipal de Montijo (AMM). Libro de Eclesiásticos. Catastro de Ensenada, año 1753.
BIBLIOGRAFÍA
B. Moreno de Vargas: Historia de la ciudad de Mérida, año 1633. T. López: La provincia de Extremadura a finales del siglo XVIII. T. Pérez Martín: La venta de bienes de las Órdenes Militares en Extremadura durante los siglos XVI y XVII. M. García Cienfuegos: Análisis demográfico y social. La muerte durante 1656-1785 y Natalidad y nupcialidad, años 1700-1799.
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