POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Lo escribí en 1988. Cuando no había coronavirus: “Cerca del Charco Roma, limitando casi con La Utrera y Catoncerrado, está la finca El Ciervo, cuyo nombre les he dado por el arroyo que lo cruza. Entre encinas y una pequeña elevación, trabajan y viven, Santos y Quico Díaz García, dos hermanos que se dedican a cuidar ovejas y cabras. El paisaje es totalmente bucólico y hasta primitivo. Tres chozos, uno de ellos, el picuo, que sirve de concina-comedor y lugar de tertulia. Otro de dormitorio y un tercero para almacén. Próximo a los chozos, el corral para el ganado; trescientas ovejas, nueve cabras y cincuenta gallinas, con sus diferentes apartados para verano e invierno.
Nuestra llegada les congratula. Ofrecemos tabaco e improvisadamente comienza la charla. Estos dos hermanos quizás sean uno de los últimos reductos del prototipo de pastor de la dehesa extremeña que aún sigue viviendo en el campo. Muy de cercan nos vigilan sus guardianes. Cinco perros que les custodian el ganado, a los que así llaman: Mora, Grana, p’atrá. Ramona, échate p’atrá. Ramonilla. Y la Mora, aonde va. Culebra, Culebrilla, que eres más de media liebre, so joía. Coja, Madrileña, que te vas al sembrao.
Santos es el mayoral, y Quico el zagal. Aunque el zagal es el que administra los dineros y viene a Montijo, al banco, a pagar el pienso y a comprar en ca Serrano. Santos de la quinta del cincuenta. Quico de la des cincuenta y dos. Santos hizo el servicio militar en Melilla. Quico en Madrid, en Conde Duque, Cazadores de Montesa número 3.
Quico cuenta que los animales sienten y barruntan el tiempo, porque cuando se va a revolver respigan. Los viejos dicen que si la luna tiene los cuernos p’arriba, llueve; pero yo he visto llover con los cuernos de la luna p’arriba y p’abajo”.