SE ACERCA EL PÁJARO
Jul 12 2013

POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

El Oriol baja del balcón del antiguo Ayuntamiento en la Plaza Nueva, a mitad del siglo pasado. Colección A. L. Galiano
El Oriol baja del balcón del antiguo Ayuntamiento en la Plaza Nueva, a mitad del siglo pasado. Colección A. L. Galiano

Todos los años por estas fechas añoramos el recuerdo de aquellos que nos precedieron, y que junto a nosotros disfrutaron en una calurosa mañana del mes de julio al ver ondear en nuestra Casa Consistorial la Gloriosa Enseña del Oriol, «entre cuyos pliegues van envueltos la vida y los huesos de nuestros mayores», tal como decía José Martínez Arenas siendo alcalde en 1920 ante la imagen de la Patrona, Nuestra Señora de Monserrate, depositada en el tristemente desaparecido edificio municipal de la Plaza Nueva con motivo de su primera coronación canónica. De igual forma que añoramos cómo nos recordaban el simbolismo de aquellas luces que la víspera aparecían a modo de luceros empíreos en lo alto del castillo, acompañando a la leyenda de la Armengola. Han transcurrido muchos años desde entonces, y de igual forma que lo rememoramos nosotros, tenemos la esperanza que así lo vivan nuestros hijos y nietos, pues son ellos los que recibirán ese legado histórico y tradicional de la Fiesta de la Reconquista de la Muy Noble, Leal y Siempre Fiel Ciudad de Orihuela.

Hace cien años, el día en que celebramos la Fiesta de la Reconquista, o Día del Pájaro, cayó en jueves, y como era costumbre, en esa fecha los periódicos locales no se publicaron. Sin embargo la víspera, además de prestar atención a la festividad de la Madre del Carmelo, se dedicaban algunos artículos al 17 de julio, tanto por `El Eco de Orihuela´, como por `El Diario´. Asimismo, aprovechaban para felicitar en su onomástica a algunas señoras, como Carmen Román de Pescetto, Carmen Sánchez de Ezcurra, al igual que al elocuente predicador Carmelo Soriano y al comerciante Carmelo Subiela, distribuidor de las máquinas de coser y bordar Pfaff. Con respecto a la celebración carmelitana, a partir de las dos comenzaron a decirse misas en la iglesia del Carmen, siendo especial la celebrada a las nueve de la mañana, en la que ocupó la sagrada cátedra el franciscano Leonardo Aragón. Por la tarde se concluyó la novena en la que predicó el canónigo Vicente Blanco, tras la cual se verificó la procesión a la que acudió la Banda de Música Municipal, recorriendo diversas calles de la ciudad, estando los balcones de los edificios adornados. Por la noche, hubo un concierto en la Plaza de la Fruta, la cual aparecía iluminada gracias al desprendimiento de Pascual Navarro.

Tras concluir la procesión de Nuestra Señora del Carmen, se efectuó el traslado de las imágenes de las Patronas Santas Justa y Rufina desde su iglesia, hasta la Catedral con la asistencia de una representación de la Corporación Municipal y con el acompañamiento de la ya citada Banda de Música.

Por fin, a las 8 de la mañana del día 17 de julio, Día de la Reconquista de Orihuela, «fecha memorable de nuestra tradición gloriosa», en que se conmemora, «como se seguirá indefinidamente solemnizándose y conmemorándose en los siglos venideros, hasta que los mundos vuelvan a la nada donde los hizo surgir la omnipotencia Divina», tal como apuntaba `El Diario´; desde las Casas Consistoriales en la Plaza Nueva partió hacia la Catedral, la Excelentísima Corporación Municipal bajo mazas, portando la Gloriosa Enseña dl Oriol, precedida por la Banda de Música Municipal, que como era costumbre estrenó unos pasodobles, que en esta ocasión fueron los titulados `El Español´ y `Belmonte´. Una vez en la primera iglesia de la Diócesis, ambos Cabildos, Civil y Eclesiástico, en procesión se dirigieron por la calle Mayor, calle del Ángel y Plaza de la Fruta con las Patronas hasta la iglesia de las Santas Justa y Rufina, en la que se llevó a cabo la función religiosa conmemorativa de la Reconquista de la ciudad. En ella, predicó el Sermón del Pájaro, el franciscano fray Francisco Castañeira, prefecto de estudios del convento de Santa Ana. El cual estuvo elocuente y brillante, a pesar del dolor que albergaba por el fallecimiento de su madre en Galicia, y del que tuvo noticia en la tarde del día quince de julio. Una vez concluida la celebración religiosa, la comitiva se dirigió por la Plaza de la Fruta y calle de la Feria hasta la Catedral a acompañar al Cabildo Eclesiástico. Tras ello, el Excelentísimo Ayuntamiento regresó hasta las Casas Consistoriales, en cuyo balcón principal fue expuesta la Señera oriolana, hasta la puesta de sol de ese día.

`El Eco de Orihuela´ se quejaba de que en otros tiempos, desde 1400 en que se instituyó la Fiesta, se celebraba el aniversario de la Reconquista con más esplendor que en ese año de 1913, en el cual brillaba la modestia y el pueblo apenas tomaba parte. Tal vez, estuviera contagiado por la poca repercusión que tuvo en la Corporación Municipal presidida por José Ferrer Lafuente, ya que de los veintiséis concejales solo asistieron, además del secretario López Gonzálvez y del alcalde, los siete siguientes: Franco, López Rocamora, García Balaguer, Payá, Teruel, Iborra y Ferrís.

La celebración de ese 17 de julio de 1913 culminó con una verbena en la Glorieta, cuyo paseo «estuvo invadido de público».

A través de mi padre me llegaron muchas de las cosas que se vivían en esa calurosa mañana, pero, de 1913 en que se sufrieron 32,2 grados centígrados a la sombra, no pudo contármelo, pues él apenas tenía tres años y medio. Sin embargo, sí lo hizo de otras, como las de Fallas de la Segunda República en que empezó a cortejar a la hija mayor de los sastres Luis Pérez Miralles y María Ramos Gómez, mis abuelos.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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