POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
La afluencia de mendigos que arribaban al pueblo era más de la deseada, si tenemos en cuenta que alguno de ellos se dedicaban al «pillaje» y, como dormían en las calles y debajo del puente, todo estaba lleno de mugre y, por si fuera poco, en esta década de 1925 a 1935, muchos de ellos acababan en la cárcel.
Por tal motivo, en Sesión Ordinaria del Ayuntamiento de día 22 de noviembre del año 1934, el Secretario Antonio Belmonte, autorizado por el Alcalde y Presidente de la Corporación Francisco Abellán Ruiz, tras leer el acta municipal de la sesión anterior, comunica a los miembros del Pleno que se ha acordaba autorizar a Domingo García Perona para qué, en nombre del Ayuntamiento y con las debidas credenciales, concurra el próximo día 27 del mes actual, a las 11 de la mañana, a la sala de la Alcaldía de Cieza, para la discusión y aprobación del presupuesto carcelero para el año 1935.
Como es obvio constatar que el contingente de reos en la cárcel de Ulea, llena por completo el espacio de la trena y que la mayor parte está ocupada por mendigos forasteros que, inicialmente, se hacen pasar por «pordioseros» pero que acaban robando, timando e intimidan a los pacíficos pobladores.
Por tal motivo, el primer Teniente Alcalde. Blas Carrillo Moreno, manifiesta que el abuso de la mendicidad de los forasteros, la mayoría profesionales de la delincuencia, causa malestar en el vecindario y, por consiguiente, propone que se tomen las medidas oportunas para evitar situaciones incómodas.
La Corporación, por unanimidad, acuerda que se prohíba la mendicidad en las calles y casas del pueblo y que se fijen carteles, bien visibles, a las entradas del municipio y, al mismo tiempo se advierte que los agentes de seguridad «no hagan la vista gorda» y cumplan con su cometido.