POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Aunque nacida en Madrid -y en Madrid destacó como excelente actriz de teatro y empresaria- MARÍA ÁLVAREZ TUBAU, por sus raíces asturianas, bien puede ser considerada como «Patrimonio cultural» de nuestra región.
MARÍA ÁLVAREZ TUBAU (1854-1914) era hija de la barcelonesa Mercedes Tubau y del AVILESINO («avilesín de Avilés» suele decir un amigo mío) MANUEL ALVAREZ ROBLES. Desde muy niña estudió arte dramático; casó y enviudó muy joven, y muy joven volvió a casarse con el escritor y empresario CEFERINO PALENCIA (1859-1928). Ellos regentaron el entonces llamado «Teatro de la Princesa» (inaugurado en 1885 con la presencia de la reina María Cristina y de su suegra la ex-reina Isabel II) , que años después , adquirido por María Guerrero y su esposo , pasó a llamarse Teatro María Guerrero.
Tal fue la categoría artística de María Tubau que un numeroso grupo de intelectuales, encabezados por Zorrilla, Castelar, Campoamor, Núñez de Arce y Echegaray, la honraron con el título de «DOCTORA EN ARTE DRAMÁTICO». Tenía María en este nombramiento la edad de 37 años.
Bueno, bueno, bueno…
Pues resulta que TEODORO BARDAJÍ (1882-1958) el gran cocinero aragonés autor, entre otros muchos libros culinarios, del titulado «LA COCINA DE ELLAS» (1935), cuya edición tengo la suerte de poseer), nos testimonia que «doña María Álvarez Tubau era una gran aficionada a las manitas y rabos de cordero, bien guisados, a los que llamaba «espárragos montañeses».
Por cierto: el título del citado libro («La cocina de Ellas») no se refiere a las mujeres, siempre buenas cocineras, sino al nombre (ELLAS) de la revista semanal cuyo editor fue José María Pemán y en la que colaboraba asiduamente Bardají.
Algo así como cuando en 1973 ANA DIOSDADO (1938-2015) publicó su obra «Usted también podrá disfrutar de ELLA», título engañoso porque «ella» no era una señorita de buen ver sino la marca comercial de una colonia.
Pues nada, volvamos a las manitas ya los rabos de ovejas y corderos. Las manitas (patitas) de ambos y los rabos de machos (corderos) se consiguen como «despojos» o «casquería» en las carnicerías; en cambio los rabos de las ovejas no sólo se consiguen en las carnicerías sino también en las casas ganaderas donde a las «parideras» (ovejas destinadas a la cría) las dejan «rabonas» para, así, facilitarles la cópula con el cordero.
Es costumbre de la montaña aragonesa donde a este guiso lo conocen con el nombre de «espárragos montañeses».
Un guiso riquísimo que podemos preparar de este modo:
Rabos (colas) y manitas, pelados muy limpios, se sazonan con sal y fríen en aceite de oliva bien caliente hasta dorar.
Se llevan a una cazuela y se les añade un pisto elaborado al modo acostumbrado con cebolla, pimientos rojos, ajo y tomates todo ello cortado en trozos más bien grandes. Es decir, una fritada de cebolla, pimientos morrones y tomates.
Se suman un chorro de vino blanco y una guindilla; da todo unos hervores, reposa… ¡y a comer!
¡Oiga, oiga! ¿Podemos hacerlo con patitas y rabos de cabritín?
¡Si, hombre, sí!
¿Y con rabinos de gochín o de gochina? ¡También!
¿Y con manines de gochín? ¡También!
Todo es cuestión de comer bien, rico y barato.
NOTA.- ¿Se le ocurrirá la Concejalía de Cultura de Avilés organizar unas JORNADAS DE TEATRO, con degustación de rabos y manitas de cordero, en honor de MARÍA ALVAREZ TUBAU, actriz insigne de sangre avilesina y asturiana?
No me contesten. Ya se su respuesta: ¡¡¡NO!!!