POR ANTONIO BOTÍAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
La instalación de una desmesurada parada de taxis a sus puertas ocultó no hace mucho la histórica fachada del Cine Rex. Pero solo en parte. Porque la antigua sala siguió atrayendo el interés de miles de murcianos, acaso no los suficientes para mantener la vitalidad económica del negocio. Y esa marquesina tampoco escondió el edificio al interés inmobiliario de las empresas que precipitarán el cierre del local.
De esta forma concluye una historia que arrancó en los primeros años del siglo XX, cuando en el mismo lugar proyectaban películas los Hermanos García en apenas un barracón del que solo queda una fotografía. No habían pasado muchos años desde que en 1896, por la feria, llegara a la ciudad el primer cinematógrafo. Y el primer fonógrafo de Edison, por cierto.
Aunque se ha admitido tradicionalmente que el antecesor del Rex fue el Teatro Ortiz, lo cierto es que durante la primera década del siglo XX tuvo, cuando menos, tres denominaciones. La primera de ellas fue «Cinematógrafo del Sr. Sanchís». Los periódicos publicaban sus anuncios situándolo en la calle Vara de Rey, aquella que recuerda a un general muerto en Cuba.
Según ‘El Demócrata’, el local, «por su hermosa presencia, atrae mucho público». Las cintas que se proyectaban «agradan a los asistentes», mientras que el número de «varietés se presencia con gusto». Año 1907.
Curiosamente, poco tiempo más tarde, los mismos diarios se referirían al negocio como el Ideal Cine. Así lo prueban diversos anuncios en prensa similares al publicado por ‘El Tiempo’ en 1908. Compartía cartelera en la ciudad con el Rayo Luminoso, instalado en Santa Catalina, o el Palacio Luminoso, en Santo Domingo.
Por último, la conservación de una antigua fotografía atesora la imagen de otro barracón de principios del siglo XX, coronado por un cartel donde puede leerse ‘Cinematógrafo’ y, en una esquina, la palabra Hermanos. Se refería a los conocidos hermanos García. Fue en el año 1910, cuando quizá se renombró el llamado «Salón-Cine», al menos si tenemos en cuenta que así se anunciaba en la revista ‘Murcia’. «Los aplausos se suceden y no es extraño ver rebosantes llenos en este cine situado en la plaza Vara de Rey».
Rafael, Juan y Pedro García mantendrían su hegemonía en la entonces moderna industria, tanto en Murcia como en Cartagena y otras localidades, hasta la llegada de la familia Iniesta y la apertura del Teatro Ortiz.
El avisador ‘Pajarito’
Mucho tiempo después Antonio Matencio Moreno, alias ‘Pajarito’, recordaba que trabajó en la inauguración de aquel teatro. Pajarito, allá por 1946, cuando se renombró como Cine Rex, llevaba más de medio siglo empleado en el Romea. Era el avisador, la persona encargada de llevar y traer recados entre actores y directores.
Pajarito aseguró al diario ‘Línea’ que la primera representación en el Teatro Ortiz fue a cargo de la compañía de Leopoldo Gil, que hizo ‘Los cadetes de la reina’ y la opereta ‘La Generala’. Y lo decía tres décadas después de aquella noche.
Pero no se equivocaba, salvo que olvidó añadir la zarzuela ‘El Fresco de Goya’. La inauguración fue el 31 de octubre de 1914. Así lo publicó al día siguiente el diario ‘El Tiempo’. Por el anuncio incluido en sus páginas sabemos que el teatro disponía de palcos y plateas a 6 pesetas la entrada; patio y anfiteatro, a dos pesetas; delantera de grada a 90 céntimos y a 50 la entrada a grada.
Las prisas por abrir la sala provocaron que las butacas se colocaran casi al mismo tiempo que el respetable público accedía al local. Contaba con cuatrocientas en el patio y anfiteatro. ¿Quién era el propietario? Aparte de un gran amante del teatro, era empresario de espectáculos y político. Su nombre: Daniel Ortiz Munuera.
La denominación del establecimiento volvió a cambiar a finales de 1929, cuando lo rebautizaron como Central Cinema. Casi un año después, en octubre de 1930, el diario ‘El Liberal’ ensalzaba cierta representación teatral que se había celebrado entre sus muros.
Curiosamente, el redactor admitía que, «desde los buenos tiempos del entonces Teatro Ortiz, que por aquella época era llamado la catedral de la variedades», no se había visto su sala tan colmada de público. Razón de más para que concluyera cómo «al público no le basta con el cine y precisa de otros espectáculos, pero que sean buenos».
La nueva denominación no tuvo fortuna entre los murcianos durante los siguientes años. Prueba de ello es que casi todos los diarios, al referirse a los espectáculos y actos convocados en el Central Cinema, añadían la coletilla «antes Teatro Ortiz».
El aspecto actual
La última gran remodelación se abordó en 1946 de la mano de Guillermo Martínez, arquitecto de la familia Iniesta, propietaria del local. Por aquellos años mantenían su oferta el Teatro Circo Villar, el Cine Imperial, en la calle Vinadel, y el Cinema Iniesta, que también disponía de una terraza para el estío en el barrio del Carmen. A ellos se sumaba, en el barrio de San Andrés, el Salón Vidal, en lo que después fue la sala de fiestas Pierrot. Entre otros, como la plaza de toros o el Cine Popular, en la calle de San José.
La remodelación añadiría dos grandes novedades. Una, el bautizo del local como Cine Rex. Y otra, la eliminación del «escenario de teatrito gracioso» que aún se conservaba, según contaba el diario ‘Línea’. El periódico recordó que por aquel magnífico escenario, aunque fuera en otros tiempos, desfilaron los artistas de más fama y mérito. Además, también lamentaba que «el cine ahora es el que manda y priva. Y habrá que resignarse ante su poderío».
La inauguración del Cine Rex se realizó el 21 de noviembre de 1946, según reseñaron los diarios. La empresa Iniesta presentó ese día los nuevos proyectores, «que han merecido los más calurosos aplausos por la limpieza de su proyección», según el semanario ‘Hoja del Lunes’. Eran lo último en tecnología, de la marca catalana Ossa, también conocida por sus motocicletas.
Las proyecciones, en sesión continua, se extendían desde las cuatro a las seis y media de la tarde y entre las nueve y cuarto y la una de la mañana. Pocos recuerdan que el nombre de Rex fue por casualidad. O eso mantenía José García Mulero, quien aclaró en las páginas de ‘Línea’ en 1979 que la empresa propietaria ya tenía encargadas las monumentales letras del nombre, que era distinto, pero «una avispada empresa competente lo registró» y hubo que cambiarlo.
La primera denominación, por aquellos años, figuró en otro cine del Carmen. Ahora, tras un siglo largo como epicentro de los amantes del espectáculo, el histórico Cine Rex podría cerrar sus puertas para siempre. O, con la historia en la mano, volver a reinventarse, que sería lo suyo.
Fuente: https://www.laverdad.es/
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