POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL CÁCERES
Desde el año 2011 la Semana Santa de Cáceres está declarada como Fiesta de Interés Turístico Internacional, en primer lugar, por el valor de las Cofradías Cacereñas con una larga tradición de fe y espíritu cofradiero que se remonta a varios siglos y un patrimonio imaginero de un valor artístico incalculable; pero el aspecto más significativo y más singular es el escenario, o mejor dicho, la integración entre el escenario y la celebración. La mayoría de los recorridos procesionales discurren por el casco histórico de Cáceres, por el conjunto de espacios histórico-artísticos que recibió la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1986.
Y el casco histórico de Cáceres es el que confiere a los recorridos de las procesiones una ambientación, una escenografía singular única, que no pueden verse en ninguna otra ciudad española; con las tonalidades de oro viejo de sus adarves, de sus torres y palacios.
Particularmente, el recorrido intramuros de los caminos de ronda que colindan con los lienzos de muralla (adarves) genera vías de singular belleza y ambientación, que por su iluminación y texturas generan un ambiente de evocación en el que nuestras imágenes se mueven con una muy comentada semejanza que dichos recorridos podrían tener con los lugares donde se desarrollaron los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, en la Vía Dolorosa de Jerusalén.
Nuestra Semana Santa Cacereña se distingue además por su aspecto recogido, solemne y por su tono tradicional.
Y EN EL ASPECTO humano, destacar, sobre todo, la gran participación cofrade, muchos niños, mucha cantera de jóvenes que comienzan a cargar y que nos hablan de que el futuro de las cofradías cacereñas está garantizado.
Y Cáceres es así. Estamos en una ciudad que sabe cada año florecer en una de sus estaciones más universales: la primavera, a la par que estar viva todo el año gracias a sentir el pulso del latido de los cacereños.
Cáceres… qué hermosa eres… y qué bien suena tu nombre… música parece en el habla de tus hijos…, impresionas en la magnitud gigantesca de tu Concatedral, en tus iglesias, ermitas, conventos, en tus palacios, casas nobles y torres, en tus murallas y adarves, en la belleza de tus barrios jóvenes, en la armonía de tus patios y jardines que cada día vencen al tiempo. Ciudad soñada, ciudad anhelada, regalo de dios, ciudad del alma y de la vida.
LA CIUDAD tiene una magia que te envolverá.
Hay que amar de Cáceres sus piedras, sus jardines, sus leyendas, su historia, sus costumbres, su vieja sabiduría, pero cacereño ama siempre por encima de todo a tu hermano, al hombre que habita esta ciudad bimilenaria.
Una ciudad viva es la que nunca renuncia al pasado para buscar el porvenir, la que entiende que cambiar las cosas no significa perderlas sino construirlas con más solidez para que sigan creciendo.