LA ESCULTURA BARROCA EN LOS PASOS AREVALENSES:
EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL
En repetidas ocasiones, tratando de la Semana Santa arevalense, me he fijado en la imaginería antigua que nos ha llegado, que no es mucha por las diversas circunstancias por las que ha pasado en los acontecimientos y tiempos y históricos.
Partimos de diversos inventarios y datos documentales que nos muestran la imaginería que tiempos pasados que desfilaron en las procesiones penitenciales por nuestras calles y plazas durante siglos, momentos históricos de apogeo y otros de decadencia, que de todo hubo, y también las diversas modas que nos visitaron y que, a veces, hicieron cambiar en demasía el panorama, cambiando la antigua imaginería castellana por modernos pasos. Hoy en día vemos todo esto con otro punto de vista diferente.
Hay en nuestros pasos grupos muy atractivos de la denominada “Escuela de Olot” pero de menor importancia artística, y otros pasos antiguos de los que no conocemos muchos datos, pero que están ahí como exponente de la tradicional imaginería castellana.
Entre esas imágenes barrocas, en nuestra Semana de Pasión tenemos el Cristo amarrado a la columna, “El Amarrao” del s. XVII, el Cristo de la Fe, del s. XVIII, y la imagen del Cristo de la Buena Muerte, s. XVII, una magnífica talla de Cristo crucificado, un Cristo muerto de bello rostro y recia anatomía, que desfila portado a hombros de cofrades. Es seguramente la imagen de mayor interés artístico e histórico de toda nuestra Semana Santa, a parte de las connotaciones religiosas de la devoción popular que despierta, que es mucha.
Así quedó de manifiesto en el programa “Andas y varales” de la Televisión de Castilla y León, en la emisión del capítulo sobre la Semana Santa de Arévalo.
Y fue durante el rodaje de ese espacio, que tanto éxito cosechó, cuando su presentador y cofrade vallisoletano José Antonio San Martín de la Riva, hombre muy vinculado al mundo cofrade y gran experto en imaginería castellana, nos redescubrió lo que estaba latente. Llegamos a la iglesia de San Miguel, que era la sede ocasional de las imágenes de nuestra Semana Santa, y viendo el conjunto de los pasos arevalenses nos dijo, con mucha elocuencia y seguridad, que la mejor talla de las que allí se encontraban era esta de Cristo muerto, el que nosotros conocemos como Cristo de la Buena Muerte, una talla de gran calidad con muchos detalles que la relacionan con alguno de los buenos seguidores de Gregorio Fernández.
No era la primera vez que esta talla era ponderada por expertos del mundo del arte religioso.
Es el “Cristo de la Buena Muerte” una serena y hermosa talla de imaginería castellana, de autor desconocido, un escultor del círculo cercano a Gregorio Fernández, de unas dimensiones algo menores del tamaño natural, ¾, del la primera mitad del s. XVII. Una magnífica talla barroca.
El año pasado, en la iglesia de San Miguel era donde estaban depositados los pasos y casi dispuestos para salir en el momento de la visita, por la necesidad de dejar libre la iglesia de El Salvador, su sede habitual y donde ya están de nuevo, para la celebración de la exposición Credo, de Las Edades del hombre, que se celebró en Arévalo durante el año 2013.
Este Cristo que ha cambiado dos veces de nombre, según su ubicación, y tiene una historia paralela a la de Nuestra Señora de las Angustias, la Patrona de Arévalo y su Tierra, porque forma parte de sus bienes. En su primera mención le encontramos en una capilla adjunta a la de la Virgen de las Angustias, donde se le menciona en los diversos inventarios de los bienes de la Virgen.
Lo encontramos citado por primera vez 1652 aunque sin citar nombre: “El Sr. Christo que esta en la Capilla para las Vigilias”. Es mencionado también en inventarios y en referencias de los años 1678-79, 1711 y 1718, como el Cristo que estaba en la Capilla de la Virgen en el convento de la Santísima Trinidad, “Otro Santo Chisto de tres quartas con su peana q.e está regularmente en el Altar de N.ª Señora”.
Precisamente en los años en que aparece su primera referencia escrita, 1652, es cuando se procede al cambio del lugar de la capilla de Las Angustias dentro de la propia iglesia del convento de la Santísima Trinidad. Mediado el s. XVII se construye una nueva capilla, mayor que la anterior, que es como una pequeña iglesia pegada y unida al templo conventual, con retablo de la Virgen, y altares del Cristo y de “las insignias”, que eran relieves con escenas de la Pasión de Cristo.
Todo ello fue fruto del gran momento devocional y precisamente es cuando aparece en la historia por vez primera la advocación de Patrona de Arévalo y de su Tierra, porque en esas grandes obras contribuyeron todos los pueblos de la comarca y aún de comarcas limítrofes. Es ese momento el que nos sirve de referencia cronológica junto a la cita del inventario y su propio estilo, es cuando podemos deducir que se hace la capilla para un Cristo ya existente. Por ello decimos que es de la primera mitad del siglo, y porque en las cuentas minuciosas de aquellas grandes obras no aparece partida ninguna de su talla ni policromía, porque es una talla anterior.
Quizás convendría recordad ahora que tenemos otra obra de gran calidad artística, que es atribuida a Gregorio Fernández, se trata de la imagen de San Francisco, que procede del convento de San Francisco de la Observancia y ahora está en la Parroquia de Santo Domingo de Silos, fechado hacia 1625-1630.
Posteriormente se conocen también unas obras de ampliación y embellecimiento de la capilla de la Virgen cuando, de acuerdo con la comunidad Trinitaria en el año 1698, se amplía la capilla, se añade un camarín de la Virgen, con sacristía y sala de juntas, se hacen bóvedas y cúpula con inscripción al gusto barroco, como está bien documentado, obras que finalizan en 1704, cuando se celebran grandes fiestas por la bendición e inauguración de la remozada capilla, y se traslada la imagen de Nuestra Señora de las Angustias que durante las obras estuvo depositada en el Monasterio Cisterciense de Santa María la Real.
Después de “la francesada”, que fueron momentos de destrucción y grandes pérdidas, la cofradía con sus imágenes se traslada al Monasterio Cisterciense de Santa María la Real, en cuya iglesia recibe culto y veneración. Es entonces cuando ya aparece este Cristo con el nombre de “Cristo de la Agonía”, que estaba instalado en un retablo de la nave de la iglesia del monasterio.
El año 1987, cuando se reinician gran parte de los actos procesionales de nuestra Semana Santa, con la recuperación de la antigua Cofradía de la Santa Vera Cruz, desde entonces sale en procesión con el nuevo nombre de “Cristo de la Buena Muerte” porque al decir del entonces párroco D. José Tomé, era una advocación muy adecuada a los cultos de la Semana Santa como imagen de devoción muy popular. Ese mismo año es limpiado por el pintor y restaurador José Antonio Arribas.
Es esta una de nuestras mejores tallas barrocas de la escuela castellana, el Cristo de la Buena Muerte, que además es una imagen de mucha devoción entre los cofrades de la Santa Vera Cruz arevalense, y también en el pueblo creyente.
Fuente: https://www.facebook.com/ricardo.guerrasancho