POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
Domingo de Ramos, tras las horas del mediodía en el esplendor luminoso y atlántico de San Telmo, o de los Jardines del Castillo de La Luz, con el Señor de la Burrita rodeado del fervor y del entusiasmo de los más pequeños, como viene ocurriendo desde comienzos del siglo XX, al caer de la noche, por plazas y callejuelas vegueteras.
Semana Santa otra vez…. Nuestros antepasados la esperaban con avidez. En tiempos era, para la mayoría de la sociedad, la ‘semana mayor del año’. Para muchas generaciones unos días «de inefable memoria: traje nuevo bordado, zapatos de charol… Ruidosos triquitraques». Una semana que «constituía cada año un acontecimientos que, por repetido, no dejaba de ser esperado con deseo por los vecinos».
Y es que Las Palmas de Gran Canaria, y con ella la isla en su conjunto, «instituyó, desde casi los tiempos de su fundación y a lo largo de sus cinco siglos de existencia, muy diversas ceremonias y festividades que, con el paso de los siglos, no sólo conllevaron la configuración de tradiciones, costumbres y usos propios y peculiares; sino que contribuyeron a definir, en buena medida, la idiosincrasia de sus vecinos, a la vez que solemnizaban y enriquecían la imagen de la ciudad ante sus propios habitantes y fuera de las fronteras de la isla». Así, esa ‘semana mayor’, en distintos momentos y épocas, era un ‘ambiente’, un ‘sentimiento’, un ‘patrimonio’ -tanto material, como inmaterial-, que perduró en el tiempo, aunque sus expresiones externas se transformaran, se enriquecieran o, en casos, desaparecieran para siempre.
«Y ahora qué? ¿Que ocurre cuando ya el siglo XXI avanza y, mucho más allá de los cambios y dificultades que estas celebraciones de ‘religiosidad popular’ debieron afrontar y superar en las últimas décadas del siglo pasado, se asientan nuevas tendencias y se configuran perspectivas diferentes, que dan como resultado unos eventos ajustados quizá a la realidad de la sociedad actual?. Quizá ocurra aquello de «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie», sugerido por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela ‘El Gatopardo’.
Algo que, por otro lado, ha venido aconteciendo a lo largo de las diversas etapas que la historia de la Semana Santa en Gran canaria atravesó entre el siglo XVI y el siglo XX. Así se planteó cuando, dando sus primeros pasos el siglo XX y con él el primer momento del turismo insular, una publicación pionera como ‘Canarias Turista’, reivindicaba un retomar de esta semana pasionista como uno de los atractivos turísticos de la capital insular, y años después, al reeditarse en 1930, incluía un trabajo titulado ‘El ambiente de nuestra Semana Santa’, en los mismos días en los que una pionera Junta cívico-religiosa , creada en aquellos años, intentaba recuperar estas celebraciones y potenciarlas en todo su esplendor, sin olvidar sus elementos más propios.
Hoy la ‘semana santa’ está plenamente integrada en la vida cotidiana anual de la sociedad del presente, sea como hecho religioso – devocional, como manifestación de ‘religiosidad popular’, como una rica aportación de patrimonio artístico y cultural, o como una oferta de turismo, de tiempo de ocio y de descanso. Pero como nada vive en mundo aparte y en compartimentos estancos, unos y otros factores se entrelazan, se suman y se complementan.
De ello surge esa llamada y propuesta de muchas ciudades con rica tradición semanasantera, entre las que podemos incluir a Las Palmas de Gran Canaria -y, por extensión, a muchas poblaciones del conjunto insular-, para que el turismo, las personas que deseen disfrutar de unos días de descanso muy completo, las visiten y disfruten tanto de sol y playa, de la práctica deportiva, de una gastronomía sugerente -esa que se ha denominado ‘de vigilia’-, como de las manifestaciones culturales, tradicionales y religiosas de la Semana Santa, lo que ha producido un amplio y brillante caudal de folletos, anuncios y espacios de publicidad turística que, en el futuro, serán santo y seña de esta época, a lo que se suma un notorio aumento, en espacio y calidad, de la información que periódicos, radios y televisiones, -junto con las redes sociales-, dedican a la ‘información cofrade’, por decirlo con un término acuñado en cierto ambientes periodísticos, donde se ha convertido en una verdadera especialización.
Procesión de Domingo de Ramos
Domingo de Ramos, tras las horas del mediodía en el esplendor luminoso y atlántico del Parque de San Telmo, o de los Jardines del Castillo de La Luz, con el Señor de la Burrita rodeado del fervor y del entusiasmo de los más pequeños, como viene ocurriendo desde comienzos del siglo XX, al caer de la noche, por plazas y callejuelas vegueteras, desde los años ochenta del siglo pasado, se escucha «¡Costaleros, al cielo con Ella!», el grito escueto y sobrio, pero emocionado, del capataz de la Esperanza de Vuegueta, que acompañando a su Hijo, Nuestro Padre Jesús de la Salud, hace su anual Estación de Penitencia a la Catedral de Canarias, en medio de una multitud que ha hecho de esta salida procesional una de las mas seguidas de toda Canarias.
Tradición y vanguardia se han aliado en estos últimos años para ir conformando la Semana Santa isleña actual, al modo y manera del sentir y la posibilidades de la sociedad que quiere mantenerla y vivirla, pero no como una pieza de museo anclada en otros tiempos, sino como una expresión del rico patrimonio que señala su identidad sociocultural y religiosa.
Hoy la ‘semana mayor’ isleña, sus tradiciones, su espíritu, su mensaje, no sólo se puede apreciar en las esperadas salidas procesionales y estaciones de penitencia, en los oficios religiosos, en el recogimiento con que los cofrades viven estos días grandes del año para su fe, sino a lo largo de todos estos días a través de la intensa actividad parroquial, institucional, cultural, social que hace que la ciudad, como de muchas otras localidades grancanarias, vivan unos días muy concurridos, intensos y brillantes en su acontecer cotidiano, y florezcan en una primavera de entusiasmo y complacencia. Sin duda, la Semana Santa está aqui otra vez…