POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Era costumbre en Ulea que, durante la Cuaresma, se oficiaran pláticas y enseñanzas religiosas en la iglesia parroquial de San Bartolomé. Para ello, el señor cura Esteban Sandoval Molina -con el asentimiento de las autoridades civiles- solicitó en el año 1755 del Obispo de Cartagena-Murcia, como era preceptivo, que autorizara al Cabildo la licencia para que un `padre jesuita viniese a la parroquia de San Bartolomé durante tres días de la Cuaresma de dicho año, con el fin de explicar con su docto saber, la doctrina cristiana.
Era del dominio público, en las esferas religiosas y feligresías afines que los Jesuitas estaban muy bien preparados para que sus pláticas llegaran al corazón de los feligreses, con su oratoria fácil de entender. Además, eran maestros aplicando técnicas específicas que recalaban en lo más profundo de los oyentes; al conseguir, con sus sermones, una gran cercanía con los asistentes.
Si estas dos facetas eran primordiales pasa una perfecta sintonía con los feligreses, había una tercera, no menos importante, reconocida en todos los medios clericales: su gran habilidad para los negocios.
El Cabildo acordó que durante tres días de la Cuaresma, un padre Jesuita, explicara la Doctrina Cristiana desde el púlpito de la iglesia de San Bartolomé, con la condición de que dicho padre estuviese en todas sus pláticas y oraciones, acompañado del sacerdote Esteban Sandoval.
Los fieles estaban convencidos, así se lo habían hecho entender, de que los oradores Jesuitas, con su docto saber, al adentrarles en los conocimientos de la Doctrina Cristiana les proporcionaban el Jubileo de estos días de Cuaresma; con su recogimiento y dedicación.
Llegado el día anunciado, una gran multitud de fieles recibió enfervorizada en el muelle de la barca al padre predicador; traído en una calesa, con un séquito de dos personas, hasta el muelle de la barca en la parte de Villanueva.
La multitud, apostada en el muelle uleano, presenció la travesía en barca del padre jesuita. Al frente del séquito frente multitudinario, iban las autoridades civiles y religiosas, prorrumpiendo en aplausos y vivas para el jesuita.
Tras ese caluroso recibimiento, en un carruaje de Alonso Miñano Salcedo, fue trasladado hasta la parroquia de San Bartolomé, en donde se celebró un acto religioso de bienvenida.
Se da la circunstancia histórica de que el calesero de Alonso Miñano, fue el abuelo del padre dominico Fray Jesualdo María Miñano López y sus hermanos José y Joaquín y, a su vez, bisabuelo del alcalde Joaquín Miñano Pay.