SERTORIO LEGENDARIO MILITAR QUE CREÓ UNA REPÚBLICA ROMANA EN ESPAÑA
Nov 19 2024

POR BIZÉN D’O RÍO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL COMARCA HOYA DE HUESCA

El siglo I a.C. vivió Roma el inicio de las guerras civiles que desembocarían en el establecimiento del sistema imperial, estas guerras civiles enfrentaron al lado de los populares encabezados por Mario, un héroe militar, contra el bando de los optimates dirigidos por el dictador Cornelio Sila, en unas confrontaciones personales sin un programa político profundo. 

En los años previos a la contienda, había combatido junto a Mario, contra los cimbrios y los teutones, Quinto Sertorio, destacando como militar en una ascendente carrera, por lo que recibió en el año 97 a.C. el cargo de tribuno militar en España, donde dirigió a las tropas romanas contra una rebelión local. A su regreso a Roma se vio inmerso en un golpe entre optimates y populares, alineándose en el ala moderada, logró prestigio, respeto y condecoraciones, así como cicatrices que llenaban su cuerpo, porque combatiendo siempre en primera línea, esta valentía le costó la pérdida permanente de la visión de un ojo. Pero los hechos se desencadenaron, Sila atacó Roma, y con la súbita muerte de Mario, se autoproclamó dictador dedicándose a perseguir brutalmente a sus enemigos. Uno de los perseguidos fue Quinto Sertorio que se vio obligado a huir hacia el Mediterráneo.

Sertorio seguía siendo muy popular en Hispania, donde se enfrentó con Metelo Pío, enviado por Sila, al que desgastó durante años con una lucha de guerrillas y finalmente derrotó. Posteriormente, Sertorio avanzó sobre la Celtiberia y el Valle del Ebro, poniendo en rebelión a los celtíberos y los hispanos romanos. Los textos confirman que controló la Celtiberia en el 77 a.C. y, poco tiempo después  los accesos a la Galia. El conflicto pasó de ser un problema local a una auténtica guerra civil.

Este romano que procedía de la ciudad sabina de Nussa, organizó un “estado romano” paralelo en Hispania, una república en el corazón de la península, concretamente en la Urbs Osca (Huesca) con un Senado, que cada año celebraba elecciones para elegir a sus magistrados, una escuela para los hijos de los jefes indígenas, donde  aprendían las disciplinas griegas y romanas, dándoles una formación para hacerles participar llegados a la mayoría de edad, en las tareas de la administración y del mando. Vestidos con la toga praetexta, asistían con regularidad a las clases, siendo Sertorio quien costeaba sus gastos, exigía frecuentes pruebas de su saber, y concedía premios a los mejores, nos dice Plutarco.  Así mismo, dispuso como un campamento de instrucción permanente en el que se enseñaba a las tropas locales a vestir y luchar al modo y forma romano.

La enorme popularidad de Sertorio elevó su historia a la categoría de héroe mitológico, y el propio Sila no pudo vivir lo suficiente para ver a su enemigo derrotado. A su muerte le sucedió Pompeyo Magno, apodado “el adolescente carnicero” por ser brutal verdugo de los populares, pero no pudo evitar que el excónsul Lépido se levantara contra el Senado, pero la victoria de Pompeyo sobre Lépido llegó acompañada de una fuga masiva de sus partidarios para unirse a Quinto Sertorio que los recibió con brazos abiertos.

Sertorio siempre deseó dejar abierta la posibilidad de la amnistía que le reconciliara con Roma, deseaba regresar cuando el signo del Senado hubiera cambiado, por ello, su objetivo fue incrementar su poder militar, defenderse, continuar resistiendo, con futuros hombres preparados para todas las funciones, por ello, esperaba en la Urbs Osca convencido de una vuelta de roma al periodo anterior a Sila.

El patriotismo de Sertorio que describe Plutarco a lo largo de toda su biografía encaja perfectamente con el mensaje político que éste deseó transmitir: “Pietas erga Patriam” “Piedad hacia la Patria”.

FUENTE: EL CRONISTA

 

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