POR MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL, CRONISTA OFICIAL DE PRIEGO DE CÓRDOBA (CÓRDOBA)
La figura del arzobispo-obispo de Córdoba, Don Antonio Caballero y Góngora (Priego 1723-Córdoba 1796), es de vital importancia para comprender el período histórico de la Ilustración. Con ocasión de cumplirse el III Centenario de su nacimiento (24 de mayo de 1723) la Real Academia de Córdoba, en la que se residencia la memoria del cordobesismo ha celebrado una sesión conmemorativa de la efeméride.
El Dr. Peláez del Rosal ha sido elegido para poner en valor el personaje, reivindicando su dignidad, actualizando su biografía y ponderando su importancia al tratarse de un ilustre cordobés que reunió en sí mismo todo el poder político civil, militar, judicial y religioso, hasta el punto de ser considerado como una de las personas de mayor relieve y supremacía del Nuevo Mundo.
Existen además otras circunstancias que avalan y justifican la sesión conmemorativa, a la que seguirá en el mes de noviembre próximo un Congreso Internacional ampliado a su época. La primera, la necesidad de completar su vida y su obra con el estudio y análisis de las nuevas fuentes documentales archivísticas inéditas. Su bibliografía aún siendo extensa (Rey Díaz, Ayala, Aranda Doncel, Tisnés, Ruiz Carrasco, Lucena etc.) no es suficiente para ponderar ecuánimemente todo su legado. Y la segunda, contrarrestar la insidiosa campaña emprendida en Colombia (Antiguo Reino de Nueva Granada), en donde se le ha erigido una colosal estatua por sus magnitudes aritméticas, en la que se le representa llevando con la mano derecha un hacha, con la izquierda sujetando una máscara que oculta su rostro, y elevado sobre un arca o baúl, supuestamente repleto de alhajas y monedas, como símbolo de vilipendio e infame codicia.
La conferencia del ponente fue dividida en varios apartados. El primero, repasando su ascenso profesional, formación y empleos religiosos como canónigo, obispo, arzobispo, arzobispo-obispo y cardenal propuesto, aunque no nominado; el segundo, relacionando su imborrable y fecunda labor en América; y el tercero, refiriendo su apoyo a la ciencia, la cultura y las bellas artes. Finalmente, como capítulo conexo, se seleccionaron varios parientes y allegados, a quienes protegió y promocionó, como el capitán del regimiento de Santiago, don Juan José Caballero y Carrillo de Albornoz, partícipe en las acciones bélicas de Luisiana, Pensacola y el Rosellón, don Jerónimo de Segovia, pacificador del Darién y capitán de alabarderos, cuatro de sus sobrinas, monjas clarisas, y su familiar no consanguíneo, el agente de negocios y diplomático don Manuel Trujillo (alias don Manuel Torres), que consiguió el reconocimiento de la nueva República de Colombia por los Estados Unidos, ideólogo de la doctrina Monroe “América para los americanos”, y amigo personal del Secretario de Estado John Quincy Adams que propició que fuera recibido por el primer mandatario estadounidense.
Como colofón se hizo protesta sobre la conveniencia u oportunidad de erigirle una estatua en Córdoba con la dignidad inherente a su relevante figura.
FUENTE: M.P.DEL R.