EN UNO DE LOS CARROS DEL PASACALLE REZABA ‘MALPARTIDA, PUEBLO DE PAZ’. ¿LA RAZÓN? SEGÚN DECLARÓ EL CRONISTA OFICIAL JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ, REIVINDICAR A LA LOCALIDAD COMO PUEBLO HOSPITALARIO
Si hay algo que caracterice al Carnaval es que puede hacer sorna de lo que se proponga. Este año lo más probable es que por las calles hayan desfilado unas cuantas Gretas Thunbergs y que el virus de Wuhan y el archiconocido Satisfyer hayan copado las ideas para los disfraces. La imaginación no tiene límites, sí, pero la actualidad la que manda. Y más si se trata de sacarle punta. Cáceres no iba a ser menos y también deja su anécdota carnavalesca, como no podía ser de otra manera, con el tema que ocupa las conversaciones de los cacereños desde hace meses: el futuro templo budista.
Fue este martes en Malpartida de Cáceres, una localidad a tan solo unos kilómetros de la capital y en una fiesta tradicional, la pedida de la patatera, que en apariencia poco dejaba a la imaginación ya que su propósito no es otro que emular una tradición centenaria de repartir viandas entre los quintos. Pero como el Carnaval es así, libre, un grupo de asistentes aprovechó la ocasión para tirar de la cuerda y en uno de los carros del pasacalle erigió una gran escultura de un icono budista, pero uno muy particular, decorado con embutidos al cuello, un mantón y unos pendientes flamencos y una banda al hombro que rezaba ‘Malpartida, pueblo de paz’. ¿La razón? Según declaró José Antonio Agúndez, cronista oficial y portavoz del grupo, reivindicar a la localidad como pueblo hospitalario y ofrecer sus terrenos por si la capital desecha el proyecto. «Somos un pueblo amigable, si Cáceres no quiere el templo budista, en Malpartida es bienvenido, nosotros le buscamos sitio». Pues ya hay alternativa.
Fuente: https://www.elperiodicoextremadura.com/ – Gema Guerra Benito